23 - El paraíso

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Fue una Navidad fabulosa.


Sofía jugó con su piano y le regaló a su hermana pequeña varios peluches, Luisita hizo la cena y Amelia pudo elegir entre tocar el piano o ayudar en la cocina. Así que Sofía y ella se sentaron en sus pianos respectivos.


Miguel y Álvaro fueron a cenar, Sofía volvió a recibir regalos de Papá Noel. También se pasaron el rato haciéndole monerías a María Clara, que sonrió, babeó y sonrió aún más.


Fue Lilian la primera en fijarse en el anillo y le agarró la mano a Luisita, para estudiarlo.


— Vaya, vaya... — suspiró —. Es muy bonito, Luisa. Qué romántico.


Luisita contuvo las lágrimas y asintió. 


— Sí, todo... Ella ha acabado la canción, Lilian.


— ¿Qué? — se asombró Lilian, que no pudo ocultar la sorpresa cuando Amelia regresó a la sala de estar —. Amelia, después de todos estos años, has acabado tu canción, cariño.


— Sí, la canción de mi Luisi, abuela. — Amelia la rodeó con el brazo —. Mamá decía que algún día encontraría a la persona adecuada y sería capaz de terminarla. Y mira que ella tenía razón.


Luisita le dio un beso en la mejilla — Eres preciosa, mi amor.


— Tu mas, mi vida. — Dijo y dejó un beso suave en los labios de la rubia que suspiró con los pelos de punta.


— Pues eso, yo... Bueno yo voy hacer unas tortillas para nuestra hija.


— Vale. Sonrió delante del nerviosismo de su prometida y dejó otro beso en los labios de la rubia que con las mejillas rojas regresó a la cocina.


Amelia se volteó hacia su abuela, que sonrió y la besó a su vez.


— Tu madre estaría muy orgullosa de ti. Seguro que está orgullosa de ti ahora mismo. Y yo también.


— Gracias, abuela.


—¿La querrás para siempre? — le preguntó Lilian.


Amelia asintió — Para siempre. Que Dios se apiade de ella.


El chillido de Miguel desde la cocina interrumpió sus carcajadas y salió corriendo, seguido de Luisita, meneando la cabeza, para abrazar a Amelia con todas sus fuerzas.


— Es maravilloso — se alegró Miguel —. Es... ay, es muy romántico. ¿Y has terminado tu canción para Luisa? Ay, Dios mío, eso... oh, es tan...


— Romántico — completó Lilian.


Luimelia Vientos Celestiales - IWhere stories live. Discover now