2. ¡Estás Confundido!

252 41 7
                                    

Shang Qinghua tenía menos de media hora de haber llegado a su habitación.


En su atareada y despistada imaginación creyó haber visto subir a los chicos a las 10:00pm a acostarse. No prestó atención que habían estado bebiendo sin medida.


Salió de la ducha con el cabello mojado y se colocó solo una bata de baño beige mientras tarareaba una melodia y observaba su rostro rosáceo haciendo contraste con los colores del marmol.


Estaba secando su cabello con la secadora frente al espejo del baño marmoleado cuando un escalofrío recorrió su espalda. Se giró ligeramente hasta la puerta abierta del baño y se sobresaltó al ver a Mo BeiJun recargado en el marco de la puerta con la mirada perdida en dirección a él. Completamente silencioso como un muro.


Al principio se asustó, pero después recuperó la postura y preguntó cómo el padre preocupado que era.


–Mo Bei, ¿cómo entraste? – Mo BeiJun no respondió, sólo mostró la tarjeta entre sus dedos aún con su mirada clavada en él, casi sin parpadear – Ah – Shang Qinghua pareció contestarse sólo. Aclaró su garganta dejando el secador de cabello a un lado – ¿Pasa algo? ¿Te sientes mal? Te ves un poco rojo – Shang Qinghua caminó preocupado hasta el joven de piel glacial, se paró de puntitas y colocó el dorso de su mano en su frente. Curiosamente está tenía una temperatura contraria a la que podría aparentar: ardiente.


Al mismo tiempo su muñeca fue capturada y su cuerpo arrastrado a pegarse con el del joven.


Al no saber cómo actuaría el joven bajo los efectos del alcohol sacudió su mano y retrocedió girando hacia su propio costado derecho. Mo BeiJun entrecerró los ojos y se negó a dejarle huir, colocando entonces su mano en su hombro izquierdo y encasillandolo hacia el muro.


Shang QingHua no pudo reaccionar a tiempo para evitarlo pensando que este iba a agredirlo por los efectos del vino y antes siquiera de que pensara en una estrategia para librarse le estrellaron a la cara las siguientes palabras.



–Señor Shang, me gustas – dijo Mo Bei Jun apretándose más contra él, ahora bajando y aferrando su mano a su espalda e inclinándose para hablar de cerca.


Shang Qinghua pareció entrar en pánico, estaba por escurrirse hacía un lado y tomar su distancia, pero fue aún más apretado contra el muro.


–Dejame hablar, Shang Qinghua– Mo Bei interrumpió perdiendo toda la formalidad con el padre de su mejor amigo – No estoy delirando, no estoy equivocado, no estoy jugando. Si estoy ebrio, pero eso no va a alterar mis sentimientos. Señor Shang, me gustas desde la primera vez que te vi. Me gustas desde que te ataqué sin querer ese día – sonaba decidido en sus palabras, ni un hilo de vacilación mientras clavaba su mirada en las pupilas del hombre mayor como si lanzará dardos a su cuerpo que lo inmovilizaban – Te mentiría si te digo que lo he evitado, al contrario. Yo mismo he convertido este sentimiento ardiente en una hoguera y ahora me está consumiendo todos los días. Yo... he leído todos tus libros – su rostro se suavizó con esa última línea, apartando su vista hacia un lado evozando una ligera sonrisa casi imperceptible... cómo si recordará algo. Por otro lado el rostro de Shang Qinghua estaba pálido, pero aún así aprovechó esa ligera distracción para interrumpir.


Como un roedor se escabulló de los brazos ajenos aprovechando su baja estatura y su cuerpo esbelto.


–Tú...estás confundido Mo Bei, je – trató de reírse y relajarse, intentando apartarse caminando hacia atrás, hablando con sus manos – Es normal que pase, creo que solo es simple admiración. No hay necesidad de llegar a lo físico para que puedas admirarme – Observaba como la suave mirada de Mo BeiJun se rompía  como una hoja de papel y era lanzada a las llamas, encendiendose en irá. Shang QingHua tosio un poco y trató de reparar la situación para evitar que el joven se sintiera agraviado – No me malinterpretes, no te juzgaré, solo haremos como que esto no sucedió. Mira, déjame ayud... – antes de poder explicarse y relajarse fue atrapado como si de un animalito se tratase, sostenido nuevamente con esas grandes manos, levantado por las caderas sin esfuerzo y obligado a sentarse en el lavabo de espaldas al espejo. Estaba por quejarse cuando fue besado ferozmente por el aliento alcohólico de Mo BeiJun: su boca sabia a vino de ciruela y licor de rosas: un vino aromático y sensual que él había seleccionado para esa noche.


Casado, divorciado y finalmente enamorado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora