1; tren.

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Sinopsis: tras un plan de infiltración caído en el fracaso, Jack y Gustabo confrontan en el primer tren que toman para escapar.

》Intenabo.

Huyendo de aquella infiltración poco exitosa, ambos hombres terminan en un extremo de aquel vagón atestado de personas.

Ambos pegados el uno al otro discuten entre murmuros.

—¿A quién coño se le ocurre pegarle, subnormal? —para el rubio, es la primera vez que alguien le susurra de manera tan agresiva e intensa. Un escalofrío le recorre la columna; quizá miedo, quizá excitación.

—¿Qué querías que hiciera, eh? ¿Dejarle que me arrastrara a sabe Dios dónde para hacerme sabe Dios qué? —pregunta exasperado, la furia destellea en sus ojos. De camino aquí ya habían tenido palabras acaloradas sobre lo acontecido.

El intendente agarra su brazo con fuerza para apoyarlo contra la pared, como si quisiera clavarlo ahí o colgarlo de un pino.

—No, pero según tu puta mente enferma era mejor pegarle de hostias hasta dejarlo ensangrentado en el suelo —en el calor de su discusión, ambos se han pegado aún más al otro—. ¡Y con toda la puta mafia al otro lado de la puerta!

—Sí, bueno, ¿no ve que hemos salido ilesos? —su ceja se arquea mientras su característica sonrisa socarrona se despliega en su rostro—. Todo ha salido bien al fin y al cabo, le busca tres piernas al gato.

El ojo del mayor tiembla y el rubio es plenamente conscientes de su reacción y de las palabras exactas que la han creado, él busca su enojo, su provocación. Su mano sobrante toma el rostro de Gustabo con la furia necesaria para crear un leve dolor pero no lo suficiente para que pueda quejarse por la molestia que supone, de ello se acompaña una mirada salvaje que clava en los ojos azules frente suyo.

—Gustabín, Gustabín... —sus palabras salen como un suave gruñido; duro y seco—. Como sigas así, tú no vas a salir ileso de aquí.

—Oh... ¿en serio? —desafía y como si fuera una señal, sus pupilas se dilatan.

El subinspector se retuerce para acercarse a su rostro hasta que sus narices se rozan. Para sorpresa de este, el mayor se acerca en un medio abrazo fingido. Sus labios quedan en el lóbulo de su oreja mientras que la mano en su mandíbula se transporta al bolsillo trasero de su pantalón.

—Si quieres que te la meta hasta la puta garganta, solo pídelo, Gustabín...

Con unas simples palabras toda su sangre desciende hasta su polla.

—Porque me encantaría metertela ahora mismo —el aliento tembloroso del rubio provoca que el mayor se aventure a seguir hablando sin contenerse—. Para que todos puedan ver como suplicas para que te la meta.

La mano en su pantalón asciende para meterse debajo de su camisa, tomar sus caderas y juntar sus cuerpos aún más, como si el roce de sus cuerpos fuera tan necesario como respirar. Hasta que la pierna del mayor se encuentra entre sus muslos rozando su perceptible asunto pendiente.

—Suplícame.

Por unos momentos Gustabo se pierde en el momento y en sus jadeos contenido. Parecen haberse aislado en su burbuja, donde ambos solo pueden ser conscientes de la presencia del otro.

Pese a su clara excitación, sus ojos y su sonrisa se atreven a desafiarle.

—Obligame.

Y siente la mano del superintendente cubrir su polla por encima del pantalón. Su gimoteo es contenido mordiendo el hombro de aquel hombre que le vuelve loco.

Incansable; IntenaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora