Capítulo Treinta y Cinco.

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Aaron

En toda mi vida no he sabido que hacer en muchas ocasiones, despreocupado y reservado, la vida pasándole frente a sus ojos, es lo que la mayoría de las personas piensan de mi, mi familia, mis amigos, conocidos, todos.

Pero ese día, no pude pensar en nada más, reaccione lo más rápido que pude e hice lo que me parecía correcto. Pocas cosas no voy a olvidar y entre ellas esta lo que sentí cuando Harper callo en mis brazos, también está la sensación de no saber que hacer hasta que Hanna reaccionó. Sentí confusión y muchas emociones más, pero sobre todo sentí miedo, miedo en no saber si volvería abrir los ojos, miedo en no saber si se había ido, si me había abandonado como todos lo hacen a su manera.

Cuando despertó después de unos minutos pude volver a respirar con normalidad. Aún puedo volver a revivir ese momento cuando cierro los ojos.

—Es la mejor opción por el momento Aaron—escucho nuevamente la voz de mi abuelo por el teléfono.

—No lo haré abuelo, no quiero, estoy bien aquí—repito nuevamente.

—Estas con la familia hijo—dice, cierro los ojos para evitar contestarle mal.

—Mi familia eres tu y la abuela, ellos solo son completos desconocidos—le respondo a la defensiva.

—Lo son hace tres años Aaron—dice y hace una pausa—Te llevabas bien antes con ellos, son tu familia.

Nos llevavamos bien cuando tu nos veías.

Cierro los ojos y suspiro por su terquedad.

—No lo haré abuelo, no iré a vivir con ellos—le digo y espero por última vez.

Escucho como suspira con cansancio a través del teléfono.

—Esta bien como tu digas —se rinde y una sonrisa de victoria aparece en mi rostro— Cuídate y come bien—dice y no puedo evitar rodar los ojos.

—Suenas a la abuela —le digo y lo escucho reír.

—Ese es el plan hijo, es el plan—dice.

—Nos vemos abuelo, cuídate—le digo y suspiro.

—Lo hare, hablamos pronto —dice.

—Lo haremos abuelo—le digo—Y abuelo —lo llamo.

—¿Si?

—Dile a mi madre que deje de usarte a ti para convencerme—le digo—No le funciono con Molly —le digo y siento el nudo en mi garganta al mencionar su nombre—Tampoco funcionará contigo.

Se escucha completo silencio al otro lado de la línea y llegó a pensar que la llamada a finalizado, hasta que escucho su ligero suspiro.

—Lo siento hijo —se disculpa.

—Esta bien abuelo—le digo.

—Yo solo quiero que—lo interrumpo antes que pueda terminar.

—Que todo vuelva a ser como antes—terminó por él—Pero no lo hará abuelo.

—Lo se, lo se—suspira.

—Hasta luego abuelo, hablamos mañana—me despido y cuelgo la llamada sin esperar su despedida.

Coloco nuevamente el teléfono en su base y me dejó caer en mi cama soltando un gran suspiro. Cierro los ojos.

—¡Tu tienes la culpa de esto!—el grito de mi padre llega hasta mis oídos.

—No vi el camión—mi voz sale tan baja que me sorprende.

—¡Estaba enfrente de ti!—grita nuevamente —¡¿Cómo es que no lo viste?!—dice y mantengo la cabeza baja observando mis puños vendados.

Hasta que uno caigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora