EXTRA I: Martina y Lourdes.

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"A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.
Oscar Wilde."

Martina sacó un papelito y fue directamente a la caja, mientras Angie iba parándose.

Iba a volver a intentarlo, aunque iba a salir inevitablemente mal.

No sabía porqué seguía siendo rechazada si literalmente no hacía más que insistir en tener su número.

Quizá era una persona aromática, claro.

Divisó a las dos chicas que las habían atendido, hablaban bastante animada, claro hasta que la pelinegra se quedó mirando algo en la entrada y se fue corriendo como si hubiera visto a un demonio.

Pero volviendo al tema.

Martina estaba segurísima de que iba a ser rechazada. Y dolía, aunque no lo mostrara. Odiaba tener que ser así de persistente, pero no sabía porqué carajos su autocontrol se iba a la mierda cuando veía a Lourdes.

─ Hola, vengo a pagar ─ apuntó a su mesa y esos hermosos ojos verdes la miraron. Martina sintió que iba a desmayarse ahí mismo.

─ C-claro ─ Lourdes hizo los cálculos y luego de recibir la plata, vio un papelito encima de este. Suspiró silenciosamente.

Otra vez la misma historia.

─ Lo siento, pero no podemos tener ese tipo de relaciones con los clientes ─ rechazó, poniendo cuidadosamente el papel a un lado. Y claramente Martina sintió que se le rompía el corazón.

Buscó alguna razón para seguir hablándole y vio a su objetivo.

─ ¿Segura? ─ señaló hacia la entrada, donde aquella pelinegra parecía hablar íntimamente con Angie. No veía mucho, pero distinguió la sonrisa de esta y cuando la chica se fue, un papelito se hizo notar. Lourdes hizo rechinar sus dientes.

─ ¡Brisa! ─ regañó cuando la vio acercarse ─ vos sabés que no podemos hacer eso con los clientes…

─ Ella no es solo un cliente, Lourdes ─ le murmuró la chica y desapareció por la puerta de solo empleados.

─ Lo siento, pero realmente no puedo aceptarlo ─ repitió Lourdes mirando el papel con cierta pena.

─ Está bien. Nos vemos ─ no quería seguir escuchando a aquella chica, sentía que su pecho estaba estrujado. Dolía, dolía como la puta madre.

Pasó a lado de Angie y sintió celos de verla progresar.

¿Por qué ella no podía?

.
.

Preparó una taza de café y té para poder hablar con Angie, quien estaba sentada en el sillón abrazada a un almohadón y mirando fijamente su celular.

Martina rezó para que no estuviera toda la charla con él. Realmente necesitaba palabras de aliento.

Se sentó bastante nerviosa y supo por su mirada, que Angie iba a darle apoyo.

─ ¿Qué pasó? ─ la miró con sus orbes preocupados.

Martina jugó con sus manos, cruzando sus piernas y acomodándose para quedar en frente de ella.

─… Le di mi número de nuevo y creo que volvió a tirarlo. Me dijo ayer que no podía tener ese tipo de relaciones con los clientes y me tiene frustrada. No sé qué más hacer.

Angie la miró con pena.

No era lo que quería.

Si bien era cierto que era la primera vez que sentía algo por una chica y también era la primera vez que incentivaba ella a salir, ─normalmente esperaba a que la invitaran─ no sabía porqué estaba haciendo eso si ya sabía que iba a terminar terriblemente mal.

primavera ─ [BRANGIE]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن