[Una historia de Sadie Sink & Malina Weissman]
¿Algunas vez has oído hablar sobre ángeles y demonios?
Al parecer Caitlyn Falls no creía en esas historias tan surrealistas, pero nada en esta vida era imposible y la piedra Geoda podía demostrárselo.
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Las películas o los libros solían ser la ficción en la que cada uno se perdía para abandonar la realidad. Es más, se podría decir que cuando una persona leía algún libro o iba al cine a ver una película, esta quería formar parte de la misma historia, quejandose de su vida aburrida y soñando con poder tener un romance de adolescente, ser un superheroe, tener la experiencia de estudiar en un internado o luchar contra monstruos de otras dimensiones.
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Sin embargo, había una chica que pensaba totalmente lo contrario. Ella era Caitlyn Falls, quien ya estaba viviendo aquello que se podría llamar película, aunque ella prefería decirle pesadilla. Falls detestaba su vida en el internado Quercus Alba y no quería forma parte del mundo de Sharville, un lugar de leyenda, donde una poderosa maldición atormentaba a sus aldeanos y donde había una misteriosa piedra que podría desatar el caos.
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Caitlyn había llamado la atención desde pequeña por su rebeldía, motivo por el cual ahora se encontraba en ese internado, donde podría haber sido expulsada varias veces si no fuera porque el objetivo de esa institución no era educar a los niños, sino aprovecharse de ellos para cumplir con unos objetivos.
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