Capítulo 5

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~Ney~

Esbozo una débil sonrisa, realmente me gustaría, aunque quizás es algo que me he ganado.


―Será mejor movernos para evitar sospechas ¿Estas bien?

―Si ―Se pone de pie y avanza hacia la puerta, justo en ese momento se abre. Es ella, Ivette nos mira con recelo. No porque me lleve en brazos, sino porque ahora espera que mueva las manos, pero yo mantengo los brazos caídos.

―Doctor Jung ―Dice con voz seca― La directora quiere hablar con usted.

―Claro, en cuanto la deje...

―Puedo hacerlo ―Mi respiración se agita y cierro los ojos.

―Ahora voy ―La ignora y camina por el pasillo. Noto la mirada ponzoñosa que le lanza Ivette, pero continua sin tomarla en cuenta.

Hwa abre la puerta de la habitación que funge como la sala de ejercicios, avanza y me coloca sobre la colchoneta.

―Ahora regreso ―Anuncia con voz neutra, llena de formalidad. Es consciente de que Ivette nos ha seguido. Me observa fijamente, por lo que me esforzó en permanecer inmóvil. Hwa sale y ella permanece unos segundos sosteniendo la perrilla de la puerta― ¿Sería tan amable de indicarme el camino? ―Pregunta Hwa con tranquilidad. Hace una mueca, acompañada de un gruñido y cierra la puerta.

Suspiro aliviada porque ella se haya marchado. Ahora debo mantenerme quieta, estoy segura de que está buscando la forma de descubrir mi mentira y si nota que he cambiado de postura, no sé qué haría.

~Hwa~

― ¿Quería verme? ―Pregunto sin ocultar mi irritación.

El trato que recibe Ney es inhumano, más que inhumano. Lo peor es que ella, siendo la autoridad del lugar, lo solapa.

―Así es. Tome asiento, por favor ―Retiro la silla y me acomodo frente a ella― Verá doctor Jung, ayer descubrimos que su paciente puede moverse.

―Ella me acaba de contar que comenzó a mover su mano izquierda ―Es la mano en la que note los moretones. Solo recordarlo, siento la furia emerger, pero Ney tiene razón, puede que complique las cosas.

―Entonces ¿Usted no lo sabía?

―No ―No soy partidario de mentir, pero si Ney lo desea así, debe ser por una buena razón― No tendría por qué mentirle.

―Cierto. Discúlpeme.

― ¿Acaso no es eso lo que se desea lograr? ―No puede ocultar su nerviosismo.

―Mire, ella es una mujer muy peligrosa...

―Señora directora, créame que justo en este momento, es menos peligrosa que un niño. No puede moverse.

―Sí, lo sé. Pero...

―Lo que me preocupa es el golpe de su rostro ―La interrumpo y su cara palidece.

―Fue un accidente mientras la cambiaban de ropa ―Su voz suena poco convincente, delatándola.

―Pero en su estado deben evitarse ese tipo accidentes, que podrían afectar los resultados de la operación y los avances de la terapia.

―Sí, doctor, lo sé y estoy muy apenada. Le aseguro que no volverá a ocurrir.


~Ney~

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