CAP 5 : " Plan justiciero "

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Eva

Domingo.

Tenía una resaca horrible, me dolía harto la cabeza y a todos los ruidos era muy sencible. A duras penas podía levantarme de la cama para irme a bañar y estar lista para hacer las tareas.

Supongo que para ser mi primera borrachera no está tan mal sentirme así. Al menos, no tenía esa sensación fea de vomitar como les pasaba a mis amigas.

Con el dolor de cabeza haciendo estragos por todo mi cuerpo y con un poco de mareo, me levanté de la cama revolviendo mi cabello y me senté en el borde a pensar en la nada, en el más allá.

Siempre hacía eso, era como un viaje astral en donde literalmente estaba en otro planeta.

Como un espacio en blanco que tardaba minutos e incluso horas, en donde mi cuerpo estaba presente pero mi mente no.

Actualización de mi sistema operativo, le decía.

La voz de mi mamá moviéndome los hombros me hizo entrar en razón.

—¡Evangeline! - Exclamó —¡ Evangeline!, ¡REACCIONA!— Gritó mi madre zarandeandome de un lado a otro.

—Mamá. —Susurré espabilando repetidamente.

—¿Estás bien? —Pareces un muerto viviente, ve a bañarte.

—Sí— Asentí poniendo mis manos a los lados de la cama para irme a bañar.

—Jess, ha llamado. —Interrumpió mi madre—le dije que estabas dormida aún, pero por el tono en el que me habló creo que le paso algo. Deberías llamarla.

—La llamaré después de ducharme.

—Vale. Entonces me iré al supermercado, tu hermano y tu padre fueron a ver un partido. Ya sabes, lo mismo de todos los domingos. Así que, estarás sola en casa en tanto llego de hacer las compras.

—Cuídate.

— Tú más, mi cielo—Respondió acariciandome el hombro como muestra de afecto— Te quiero.

Tan pronto como mamá se fue, tomé la toalla, mi celular y me metí al baño.

Puse el reproductor de música en modo aleatorio y abrí la llave de la ducha, las gotas frías de agua pasaban por mi cabeza y se deslizaban sobre mi cuerpo provocando que mi piel se pusiera de gallina.

Duré un tiempo dejando que las gotas simplemente cayeran sobre mí, escuchando cómo caían al piso una y otra vez mientras tenía los ojos cerrados y pasaba mis manos por mi cabello.

Respirando hondo y cansada, terminé mi baño y bajé a desayunar. Los fines de semana, mi mamá no cocinaba, se tomaba un descanso y quien tomaba la batuta era yo.

Eso habíamos congeniado, pues, ella era abogada y entre atender a sus clientes y atendernos a nosotros, se desgastaba mucho.

Con un pedazo de pan y dando un sorbo a la taza de leche caliente , desbloqueo mi celular y llamo a jess.

La primera vez que lo hice una voz de operadora mata mis ilusiones, " se agotado el saldo, vuelva a recargar, tiene dos meses de retardo".

Mierda, esto era una emergencia y se ponen con esas maricadas. Jess era de esas amigas que pesar de que no era muy conversadora ni por chat ni en persona, sabía que podía contar con ella para todo.

Me escribía de vez en cuando, y cuando digo de vez en cuando hablo en tono exagerado de tres a cuatro meses.

Jamás seguido.

Ella siempre tenía una extraña manera de hacerme caer en cuenta que tenía algo en la punta de la lengua, y por lo que me comentó mi mamá, creo que es una de esas ocasiones.

182 DÍAS :  Las cenizas del fuego que fuimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora