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Capítulo 1| Encantos opacados
Guianna

Escocia, Edimburgo.
1523

Edimburgo es frío en enero, y siendo las cinco de la mañana aún lo es más.
La oscuridad invade y el silencio reina.

En el bosque me siento libre, cazando me siento yo. Tengo alma de cazadora, como toda mi familia.

— Debes ser cuidadosa —susurra uno de mis hermanos gemelos, Felix—, los siervos son muy asustadizo...

Lo interrumpe el disparo de mi flecha que se entierra en el pecho del aludido ciervo.

— ¡Era mío! —Se queja el rubio de la chaqueta de cuero marrón.

— ¿El ciervo tenía un cartel que decía que era tuyo? —inquiero con mi tan amado sarcasmo.

Él bufa.

— No, pero...

Chasqueo la lengua.

— Entonces no hay nada lugar a tus quejas.

No acercamos al animal y, alumbrando con mi lámpara, me doy cuenta que lo mate de un sólo disparo.

— Guau, tengo puntería hasta en la oscuridad.

Felix carcajea.

— Sí, y yo soy gay. Deja de alabarte y ayúdame a cargarlo, las doncellas deben cocinarlo.

Tomo el animal inmóvil y lo subo a la carreta de madera. Hace un frío de la mierda, y mis manos, aunque llevo guantes, están heladas y casi ni las puedo articular.

— Pesa más que mis ganas de morir. —Me quejo. Mi comentario no es menor, éste ciervo pesa más de sesenta kilos, pesa mucho.

El camino al castillo es silencioso, pero mientras mi hermano carga la carreta, yo voy cantando una canción que invento en el momento:

— Soy un gusano, un gusano muy guapoo —canturreo—, que lo acompaña un sapo feo, y que tiene olor a taberna, ¡oh! ¿Qué haré con éste sapo oloriento...?

— ¿Me dices sapo oloriento? ¡Los sapos no tienen olor, estúpida!

Hago un mohín de sentirme dolida por su comentario.

— ¡Estúpida tu vida amorosa!

Él me mira con odio.

— ¡Estúpido tu bordado horrendo que hiciste ayer!

Abro la boca con incredulidad.

— ¡Si me quedó precioso!

Felix rueda los ojos.

— Sí, como cuando cocinas.

Le empujo el hombro, y él va a devolverme el golpe, pero ya nos topamos con el castillo y tenemos a Fiona —una de mis doncellas personales— frente nosotros, y nos mira, agobiada.

— ¿Ahora por qué pelean?

— Hizo una canción tonta en la que me llamaba sapo oloriento.

Pasión entre sombrasNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ