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Capítulo 12 | La coronación
Guianna

- Hija, ¿estás lista?

Volteo para ver a mi padre, vestido para la ocasión. Lleva un chaquetón y pantalones en colores oscuros, junto con botas de cuero y sustituyo su espada envainada con un bolso atado a la falda escocésa.

Asiento con la cabeza.

Estoy nerviosa, pero la presencia de León me calma, aunque esté enfada con él.

Intento perdonarlo, y no hay muchas fuerzas en mi para hacerlo, pero por lo menos le dejo quedarse conmigo. Todos nos equivocamos, solo que eso que comentó, quedará en mi lista de rencores profundos; no lo olvidaré jamás.

- Eso creo -respondo.

El rey Blackely me da una sonrisa dulce y se acerca a darme un corto abrazo.

- Vamos, deben hacer historia, queridos míos. -Nos toma a ambos del hombro, quedando él en el medio.

Mi padre siempre fue alto, pero me sorprende ver que, al lado de mi esposo, queda en estatura mediana. Bah, ¿y qué hablar de mí? Soy un enano de jardín.

- No sé dan una idea de toda la gente que ha acudido a la coronación.

Francisco estará ahí.

Y volvimos con él. ¿No te cansas de nombrarlo, no, conciencia?

Es mejor que León.

Cállate ya.

- ¿Está nuestra prima de Francia? -pregunto con temor.

Padre suspira.

- Lastimosamente sí.

Gruño.

¡Mierda! La odio, la odio más que los sapos. ¡Ugh! Qué horror.

- ¿Qué prima hablan? -inquiere con confusión León.

- Esa que te coqueteaba hace uños años. Bajita, con ojos verdes.

Él sigue sin caer de quién hablo.

- Rubia.

- Toda tu familia es rubia, Guia -repone.

Bufo.

- Ehh. Es super creída y se piensa que tiene a todos los hombres en la palma de su mano.

León sigue en posición de "no sé de quién demonios hablas".

- ¡Qué intentó besarte!

- ¡Ahhh! Esa chica hablan. Sí, bueno. Yo tampoco la quiero ver. Me uno a su club.

Mientras bajamos la escalera, las voces empiezan a hacerse más fuertes. Sin ver, puedo deducir que hay más de cien personas, cosa que no me extraña; vienen de todas partes.

Vamos por el pasillo principal y aquí comienza a oírse un fuerte batifondo. El camino queda es corto: solo hay que cruzar la esquina y doblarla, encontrandonos los tres con el salón real.

Y León y yo nos separamos; cada uno va a su fila. Yo me coloco en la primera, al lado de mi familia y León en la suya, donde están sus padres y hermano pequeño.

- Pueden tomar asiento. -Da la orden el pastor y todos le hacemos caso.

Siento una mirada sobre mi espalda, que no sé quita pasados los segundos.

Al darme la vuelta, me topo con los ojos de Francisco. Me mira con fiereza, y me hace estremecer el recuerdo de la noche anterior, como me follo con dureza.

Pasión entre sombrasМесто, где живут истории. Откройте их для себя