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Capitulo 21|¿Odio o placer?
Francisco

Me encontraba en mi aposento, escribiendo en mi grimorio, en donde repasaba los ingredientes para la próxima luna llena y nueva víctima, cuando uno de los tantos fantasmas que rondan por el castillo- que siempre me cuenta los chismes que oye en el día, tanto infidelidades, novedades y secretos- apareció de repente, y me dijo que había dos infiltradas: dos Blackely. Entonces, estupefacto y con una curiosidad que me mataba, lo seguí como me pidió.

Y en mi cabeza había varias preguntas, pero la mas importante era si ella se encontraba allí. No la había visto desde la noche anterior, donde estaba tirada sobre el suelo, llorando y sangrando. Eso me había generado muchos sentimientos de los que no quiero hablar, ya que había corrompido mis principios, pero cuando yo juro algo, lo concreto; aun si mi vida depende de ello. Pero tiempo al tiempo, porque la venganza me gusta disfrutarla desde la preparación y no al final con el platillo servido, y ella va incluida.

Cruzamos los pasillos a toda prisa y me encontré con mis aliados y mi prima Catalina.

- ¿Lo puedes creer? -pregunta con aire cómico e irónico-. Esas dos cucarachas creen que pueden engañarnos.

Casi todos de los integrantes del clan Blackblood estamos presentes, esperando para hacer la gran entrada.

Jonathan creo una esfera mágica, la cual logra hacernos ver detrás de la puerta y escuchar cada palabra. No me canso de decir, que el don de la magia es un regalo que otorga el universo, y Lucifer, Lilith y todos sus demonios se encargan de iluminar el camino.

Y la veía bailar, tan sensualmente que me hace querer volver a probar de la fruta prohibida. Pero fui fuerte, porque esto no es juego; ellas vienen a matarnos.

Oh, luzbel. Has mordido el anzuelo tan tontamente.

Y aquí estamos, luchando y peleando, con un aire invadido del olor de la sangre; con gritos, exclamaciones y alaridos de heridos, junto con varios de mis compañeros yaciendo sobre el suelo lleno de liquido negro.

- Me imagino que pensabas en mi por como bailabas delante de mi padre -digo con una sonrisa torcida y pensamientos sucios -. He pensado que podrías hacerlo también para mí.

Y en su rostro se torna en una expresión de fuerte vergüenza, pero de un momento para el otro, su faceta vuelve a ser de burla; como siempre actúa cuando me ve.

- ¿Y por qué tu no lo haces para mí un día de estos, Francisco? Así como tienes dotes para bailar en público, los debes de tener en privado.

Entrecierro los ojos con malicia, y ella da una carcajada de pura ironía, pero mi oído capta un grito de mujer: no es el de mi enemiga ni su hermana, sino de un ser querido mío.

Y con pavor giro hacia mi derecha, para encontrarme con Catalina, arrodillada y sus manos sobre su pecho.

No, no.

No ella no.

Y de mi garganta sale un grito desgarrador al ver a la ultima persona que alegraba mis días, tirada y sangrando.

La mataron, mataron a mi prima; la última persona que quería. No puedo explicar el vacío que siento en mi pecho, junto con la colera crecer en mis venas y un ardor en mi pecho.

Quizá pueda salvarla... quizás haya tiempo antes de que su alma deje el cuerpo.

Me concentro en mi mismo y no en el sonido de la batalla. Solo escucho mi ser, y me concentro en lo que deseo hacer. Regularizo mi respiración y dejo que mi cabeza deje de ser un caos y hacer desaparecer pensamientos que no necesito en estos momentos.

Pasión entre sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora