¿Sabían que cuando dicen "ser salado y el resto es cuento", es verdad?. Bueno... la broma en realidad dice "10 es nota y el resto es lujo", pero tú sabes la verdad por delante. En fin, dejando de hablar chácharas...
Hola vale, me llamo María Villalo...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
📍 Los Roques, Venezuela | 4 de Agosto de 2017.
*Aviso:Desde ahora, todos los diálogos serán en español en este segundo acto. Así que las letras se van a quedar en letra normal, más no en cursiva*
María P.O.V.:
Una risa llegó a mis oídos y volteé a verlo, a lo que una sonrisa se desplegó por mi rostro—¿Qué haces aquí?
Me encogí de hombros, meciendo mi pie de atrás a adelante con el agua humedeciéndolo—No sé, quise salir un rato. Pronto saldrá el atardecer.
—Buena idea.
—Todas mis ideas son buenas—me burlé y él me dio un codazo suave en la costilla—¿Te quieres quedar?
—¿Segura?
—¿Por qué no? No hay nadie más—apunté hacía atrás, dirigiendo mi mirada al cielo que empezaba a pintarse—Esto parece irreal.
—Tú lo eres—dijo y rodé mis ojos con una sonrisa en mis labios. Sabía que tenía la vista puesta en mí en vez de lo importante de al frente—¿Sabes que luego de esto las cosas volverán a estar igual, verdad?
—¿Qué cómo es la verga?—cuestioné confundida sin importarme que me salió lo caraqueño boleta—No entiendo explícame.
—¿Quizás porque ambos estamos...
Algo golpeó fuertemente mi mandíbula haciendo que me despertara asustada, para luego arrecharme del responsable que me cortó el extraño chisme que tenía con él y al mismo tiempo de él. ¿Por qué coño aparecía en mis sueños, no le dije que se fuera a comer mierda?
—Coño, quítate, violinuo'—me quejé, apartando el brazo tatuado y el dueño gruñó en descontento—No me interesa. No soy almohada tuya, abraza una tuya.
—Pero quédate quieta, Valentina. Quiero dormir y tú te freseas—murmuró mi hermano, a lo que moví mi cara en el momento exacto para que no nos diéramos un cocotazo con su cabezota—Esos imbéciles andan gritando desde hace rato.
—¿Quién? —pregunté extrañada todavía agudizando mis oídos hacía un radar más largo.
—Bueno chica y ¿tú no estás escuchando la parranda de coñazos que se están echando Saúl y Andrea? —preguntó, levantando la cabeza de mi hombro y estuve a punto de sonreír por lo cuchi que se veía por sus ojos achinados.
El "¡Soltá mi arepa, piaso' e mierda!" bárbaro de Andrea más unos coñazos incluidos llegó a mis oídos y solté un "ahh" de que comprendí todo el beta, pero luego me encogí de hombros y me arreglé mejor quedando ahora apoyada en mi brazo izquierdo, pero aún con el pegoste de este encima de mí.
