capítulo 8

4.2K 318 65
                                    

Al salir de la clínica, Leo, su chófer se puso en la guardia, protegiendo de todas esas personas que atacaban con sus preguntas. Toda la prensa estaba ahí y lo estaban atacando con sus preguntas, mientras los flash de las cámaras no cesaban en ningún momento.
Menos mal que se había puesto sus lentes de sol, si no, lo habrían dejado ciega.

"Es cierto que su esposo tiene una amante y un hijo"

"¿ Es cierto que no puede tener hijos y que por eso su esposo fue a buscar en otra mujer? "

" ¿Qué hará? "

"¿Lo perdonará?"

"¿Habrá un divorcio?"

"¿Criara al hijo ilegitimo como su suegra? "

¿"Ahora como se encuentra su esposo"?

Con todas esas preguntas lo atacaron al fiscal, más ella no se inmutó en ningún momento, no le mostró el daño que causaba la traición y la humillación de su esposo.

Era una mujer, risueña, tierna, cariñosa, que no dudaba en ayudar a los más necesitados.
Por su forma de ser, ella era amada por el publico, por sus niños que la esperaban con ansias sus visitas, por sus compañeros de su trabajo, por el personal de trabajo de su todavia esposo, por el personal de trabajo de su casa, por sus amigos. No había forma de no amarla. Adonde quiera que iba, su belleza y su carisma lo atraía.
Pero lo habían traicionado, la persona que más amado en su vida lo traicionó de lo peor forma, no solo había traicionado su esposo, si no tambien las personas en las que más confiaba. Apolo, era su amigo, Benjamin, el jefe de seguridad, Zayn, el chofer de su todavía esposo, pero ella los quería como si fueran su familia. Ahora se dio cuenta que ellos no tenían la misma consideración que ella.

Ahora ella tenía el alma destrozada, el corazón roto, fría, que en ese momento solo sentía, decepción, dolor, rabia y odio, mucho odio.

Lo hizo aún lado a su chofer, y se quitó sus lentes del sol y miro con esos ojos preciosos color cielo al multitud que esperaban atentos por su respuesta.
La dulce mirada que poseía no había ningún rastro en esos ojos preciosos, más fueron reemplazados por frialdad.

__Solo diré una sola vez __pronunció sin ningun expresión__. Ya inicie los papeles del divorcio __las palabras fueron suficientes para ser atacada con más preguntas. Pero ella no respondió, fue guiada al auto por su chófer y por sus escoltas.

Una vez ya en el auto cerro los ojos por un momento y ordenó a su chófer que llevara a su nuevo departamento.

Su secretaria, por oden de Melissa, habia conseguido un penthouse que contenía el ascensor privado.
Nadie sabía de ese lugar, ecepto Leo, Lara, su secretaria y los detectives que eran sus amigos. Y eran los únicos que podían tener el acceso a ese lugar, por seguridad de Adara.

Por lo menos estaría tranquila de la prensa.

Una vez en el penthouse, mandó a su chófer a casa, le pidió amablemente que se fuera a Lara, que había traído sus cosas. Se encerró en uno de los recámaras y entonces, se derrumbó por completó.
Lloro como nunca en la vida, lloro de rabia, de decepción, de dolor, de impotencia. Pataleó, destrozo todo lo que encontró en el lugar.
Grito, grito hasta desgarrar la garganta, grito hasta que el eco ya no salía de su garganta, más el dolor no se iba.

Su esposo, su amado esposo, al quien amaba con todo su ser, por quien lo hubiera dado su vida, lo había traicionado, lo había desgarrado el alma y cortado las alas y lo había arrojado aún vacío.

Mientras sollozaba acurrucada en la cama, recordó el día que conoció a su esposo, recordó esa mañana cuando él apareció con las flores de azahar en la puerta de su departamento.

(NUNCA ME SUELTES ) En PausaWhere stories live. Discover now