capítulo 12

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ALESSANDRO:

Era ella, esa mujer era mi esposa, no estaba delirando.

No estoy delirando.

Limpio mis lágrimas mientras veo que la camioneta negra desaparece de mi vista. Y se que adentro esta mi esposa y yo aquí.

Al escuchar los pitidos de los autos, me levando y camino a la acera.

Mis pies, mis manos, todo mi cuerpo tiembla y no se si es por la emoción de saber que mi amore esta viva o por lo débil que me siento por que esta semana ingerí más alcohol que comida.

Meto mi mano a mi bolsillo buscando mi móvil para hacer una llamada a Apolo, pero no lo tengo y recién me doy cuenta que no tengo idea de donde lo perdí.

Al tener unos 100 dólar en mi bolsillo tomo el taxi y le doy la dirección donde trabaja, Melissa.

Ella debe estar tedras de todos esto

Tiene que darme alguna explicación.

En el camino me presto el móvil del taxista y llamo a Zayn, pidiendo que venga por mi y de paso me consiga mi móvil.

Se que no estoy loco, se lo que vi, esa mujer era mi esposa.

Al llegar busco a Melissa, pero me dicen que no esta, que salió aún viaje urgente que recién vuelve mañana.

La llamo pero me manda al buson

__Buenos días, señor. Que bueno se este bien __dice aliviado mi chofer.

__Buenos días Zyan. ¿Conseguiste mi móvil? __pregunto apenas me subo al auto.

__La última vez que se bajó del auto, se olvidó señor __me entrega mi móvil.

__Llévame a casa, Zyan, tenemos que encargarnos de muchas cosas __ordeno marcando a Apolo.

__Si señor.

Cuando el explosión nos hizo volar por el aire, cuando giré mi rostro y vi en llamas el auto al que recién se había subido mi esposa, sentí que había muerto ahí mismo junto a ella, sentí que me arrancarón el corazón y alma. Me negué en aceptar que mi esposa estaba muerta, me negué rotundamente y pedí a gritos que fuera solo un cruel pesadilla y desperara pronto de ella, pero no era una pesadilla, era la cruda realidad, mi esposa estaba muerta.

Sin poder aceptar la realidad, me alejé de ese lugar, me alejé y fui directo a nuestra casa, con esperanza de encontrar ahí y fuera solo una pesadilla lo que había pasado. Pero cuando  llegué a nuestra casa, no había nada más que soledad.
Supongo que a esa hora lo del personal estarían durmiendo, ya que la casa se encontraba a oscuras, tan fría y tan triste.
En nuestro recámara no había ni un rastro de ella, casi la mayoría de sus  pertenencias no estaba, no sentí la presencia de que estuvo ahí, ni siquieta sentí su perfume, era como se habría ido para siempre sin dejar rastro.

Recuerdo que perdí el control que tiré todo lo que encontré en mi alcance mientras gritaba una y otra vez que volviera a mi.
Cuando de pronto, Lara, asustada entró a la recamara.

__Alesaandro, ¿Qué pasa? __pregunto asustada.

__La maté, Lara. La maté. ¡Ella está muerta por mi culpa! __recuerdo gritar, llorar y después recuerdo que anduve en algún bar de mala muerte.

No se como llegué a nuestra casa de Miami, solo se que estaba ahí, en esa casa tan grande y fría.

Me refugié en el alcohol, quería que desaparezca el dolor que sentía, pero el dolor no se iba.
Tomé hasta quedar inconsciente, en donde soñé que todo estaba perfecto.
La hacía el amor una y otra ves mientras decía lo mucho que la amaba, ella me sonreía y me decía lo mucho que me amaba.
Pero cuando desperté era solo un sueño, la pura realidad era otra. Mi esposa estaba muerta, la habían asesinado, no solo eso, el hombre de mi confianza quiso matar y finalmente terminaron con su vida y yo no había protegido.

(NUNCA ME SUELTES ) En PausaWhere stories live. Discover now