♪ Un último baile ♪

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Félix miraba el pasadizo de la casa con profunda tristeza.

La familia que debería de regocijarse por el retorno de su cuñado, por el retorno de Bruno que estuvo más de diez años desaparecido, se desmoronaba por la nueva perdida de un miembro vital.

Su sobrinita que bailaba con toda la viveza del mundo y cantaba con toda la energía que tenia en su corta edad de tan solo quince años.

Sentía que si cerraba sus ojos... aun podría ver y escuchar a su vivaz sobrina tocando su acordeón mientras bailaba por el pasadizo de Casita, o tocando las puertas en melodías para despertarlos cada mañana.

Casita rechino con tristeza. Como si extrañara también la energía que emanaba Mirabel.

Sin embargo, no pasando ni un segundo, volvió a rechinar con más alegría recreando olas con las baldosas del suelo, como si bailara.

Era muy extraño el reciente comportamiento de Casita.

—Tío Félix— llamo suavemente Mirabel acercándose a su tío después de la hora del almuerzo.

—¿Qué sucede Mira? — pregunto a la niña de casi 7 años, agachándose a su altura.

—Me... podrías enseñas a...— retorció sus manos en signo de nerviosismo, lo sabía después de ver múltiples veces hacer eso a su cuñado — ¿bailar?... Claro entiendo que estás ocupado ayudando a tía Pepa con los campos, si no quieres... está bien yo...

—Hey Mira— llamo evitando que su sobrina divagara más —. ¡Claro que quiero enseñarte a bailar! — exclamo con felicidad.

—¿Enserio? — pregunto la niña abriendo sus ojos con sorpresa y emoción.

—¡Pues claro, sobrinita! ¡Juntos seremos el alma de las fiestas! — movió sus hombros demostrando su emoción por bailar.

—¡Muchas gracias tío Félix! — Mirabel corrió a abrazarlo con toda la fuerza de un niño de siete años puede abrazar —. ¿Cuándo será mi primera clase? — pregunto dando pequeños saltitos de emoción, acompañados de aplausos de felicidad.

—Mmm... ¿Qué tal esta misma noche? Le pedimos a tu papi para que nos dé música con su piano.

—¡Si! ¡Le diré ahora!

Mirabel salió corriendo por Casita en busca de su padre

Tiene un recuerdo muy lejano de su ultimo baile con su sobrina. Fue la fiesta de cumpleaños número quince, una pequeña celebración.

Recordaba como bailaban los dos sin motivo alguno, era grandioso. Mirabel y Pepa eran las únicas que podían seguir su paso al bailar.

Los dos juntos eran el alma de las fiestas, a cualquiera que iban; podían brillar por cuenta propia esas noches solo mostrando sus pasos de baile.

La felicidad, la enorme sonrisa que mostraba su sobrina cuando bailaba, engulléndose más cuando recibía los aplausos y elogios de los pobladores.

Opacaba cualquier otra cosa, riendo y girando entre su familia, haciendo bailar a quien podía; en varias ocasiones incluso logro que Isabela sonriera y aplaudiera a su hermana, mostrando una pequeña sonrisa.

Recordando como varias veces doña Alma bailaba con ella y veía la sonrisa de su sobrina más brillante que nunca después de las palabras de reconforto y orgullo de doña Alma.

"Estoy bien" | Encanto AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora