༂ "Estoy bien" ༂

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Todo era brillante.

Una gran luz blanca que hizo que entrecerrara los ojos. Oía gritos muy lejanos y sentía un gran dolor en su cuerpo. Esa presión en su cuerpo era constante y solo quería que parara ese dolor que aplastaba su pecho.

—¡Las grietas iniciaron contigo!

Por favor que pare...

La luz se ve acogedora, mientras más se acercaba los gritos se oían más lejanos y esa presión en el pecho disminuía.

—¡Te odio!

Sintió una fuerte ventisca que no la dejaba seguir avanzado, pero casi no sentía el dolor del pecho, casi no sentía su propio dolor.

—¡¿Pero qué hiciste?!

Lo logro.

Atravesó la luz e inmediatamente ya no sintió el dolor, no oía los gritos, no sentía más que alivio que todo terminara.

Sin embargo, la luz volvió a brillar intensamente y un gran enjambre de mariposas doradas cubrieron de nuevo su visión.

—No esperaba verte tan pronto, Mirabel.

Giro la cabeza con fuerza, vio a la persona que solo vio en fotos, la persona que su abuela contaba con gran amor, la persona que se sacrifico por la familia para brindarles un milagro que debían honrar cada día.

Pedro Madrigal, se veía igual que la foto que antes colgaba en las escaleras y ella saludaba cada día, el cabello oscuro, las fracciones muy parecidas a las de su tío Bruno, la camisa blanca y el rostro amable.

—Que...

—Si, esto es algo raro, es la segunda que estoy en este lugar.

Ahora mismo el lugar completamente blanco era menos raro que hablar con tu abuelo fallecido.

Fallecido.

Si estaba hablando con él, entonces...

—Estoy... ¿estoy muerta? — murmuro ahogándose con las palabras.

La dulce sonrisa del rostro de su abuelo se esfumo y formo una mueca, se acercó a pasos lentos.

—Lo lamento, Mirabel— murmuro tomando sus hombros formando de nuevo esa sonrisa que tantas veces vio en el rostro de los pobladores, pena —. Fue tu elección.

—Solo... solo quería que dejara de dolerme— murmuro abrazando el torso de su abuelo.

—Lo sé, mi nieta— arrullo pasando sus dedos amorosamente por su rulos, tal como lo hacia abuela cuando era pequeña.

—No quería dejar a la familia— sollozo sobre el pecho de su abuelo, aferrándose más a su camisa blanca.

—Nunca dejaras a la familia, yo nunca los deje— la pequeña sonrisa maliciosa apareció, era idéntica a la sonrisa de Camilo antes de mostrar un nuevo truco con su don —. Vamos, Mirabel, es hora de ir a casa.

Tomo sus manos y otro enjambre de mariposas los rodeo.


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La nueva vida en Casita, era muy rara.

Estaba presente, podía pasear por los pasadizos, visitar a su familia; estar presente para ellos. Pero seguía siendo invisible para todos, estaba presente, pero a la vez estaba más ausente que nunca.

"Estoy bien" | Encanto AUWhere stories live. Discover now