— Miguel, ¿qué haces aquí? —preguntó un poco desorientada.— ¿Perdón? Se supone que aquí vivo. —rió sarcásticamente. — ¿Tengo que avisar para venir?
— No, pero... —suspiró. — ¿Podemos hablar en otro lugar? —observó rápidamente a las mujeres y la niña para volver su vista a él. — Por favor.
El hombre apretó la mandíbula visiblemente molesto y salió del lugar. Mayte se acomodó un poco el cabello mientras respiraba hondo para salir detrás de él quien había tomado rumbo hacia la habitación.
— ¿Y bien? —preguntó al escucharla cerrar la puerta. — ¿Vas a decirme quien es esa niña y que hacía esa mujer con las manos encima de ti?
— A ver, ¿te calmas? —se cruzó de brazos. — Esa niña es la hija de Mendoza, la trajo a casa porque... Porque yo le autoricé hacerlo cuando necesitase, y lo necesitó.
— Podías consultarme, ¿no crees?
— ¿Para qué? Esta es mi casa, si te molesta ya sabes que hacer. —dijo levantando los hombros.
— Mayte, Mayte... —respiró hondo. — ¿Qué mierda te pasa?
— ¿A mí? Nada Miguel, estoy respondiendo de la misma forma en la que me estas hablando.
— ¡Soy tu esposo! —levantó la voz.
— ¡Y eso no te da derecho a hablarme así! —habló elevando también el tono.
— Me enferma esa mujer cerca de ti. —dijo apretando los dientes.
— Que lástima, porque seguirá estando cerca. Es la persona en la que confío.
— Quiero que se vaya, Mayte.
— Te guste o no, Mendoza se queda y no es algo que pienso discutir contigo.
El hombre la observó fijamente.
— ¿Prefieres a esa mujer antes que salvar nuestro matrimonio?
— Ay por favor, una cosa no tiene nada que ver con la otra.
— La tiene Mayte, estamos discutiendo por su culpa.
— No Miguel, tú lo estás haciendo. ¿Cuál es tu problema?
— No me gusta esa mujer, Maria Teresa.
— ¿Por qué no? Hace muy buen su trabajo, mucho mejor que otros.
— Mi amor. —respiró hondo y se acercó tomando sus hombros. — Es una mujer, ¿de verdad crees que puede salvarte de una situación peligrosa?
— No puede ser. —rió. — Te recuerdo que una mujer fue quien me salvó del intento de secuestro. No seas tan...
— May... lo sé, pero vamos no es igual.
— No quiero seguirte escuchando. —volteó caminando a la puerta. — Y esta noche quiero dormir sola, por favor. —dijo saliendo de la habitación.
Mayte caminó escaleras abajo y se dirigió a exterior de la casa yendo hacía el jardín para respirar un poco de aire fresco que necesitaba en ese momento. Observó a Mendoza quien se encontraba sentada fumando un cigarrillo y se acercó hasta sentarse junto a ella.
— Que fácil sería si los problemas se volatizaran como el humo del cigarrillo en el aire. —suspiró. Mendoza volteó a verla y dió una última calada.
— Aunque odio admitirlo, si los problemas no existieran la vida sería muy monótona. —observó lo que quedaba del cigarrillo mientras exhalaba el humo para luego apagarlo. — Pero le ofrezco una disculpa si alguno de esos problemas son por mi culpa.
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Prohibido Besarte
FanfictionMayte Lascurain es una mujer exitosa, presidenta de una prestigiosa empresa que se ve obligada a contratar a un agente de seguridad luego de un intento de secuestro. Mendoza, su guardaespaldas hará todo lo que esté en sus manos para cuidar la vida d...