Giyuu Tomioka estaba contenta con su vida atendiendo la floristería de su incapacitada tía, hasta que accidentalmente es arrastrada al mar y al mundo de las sirenas, quedando ella y otro chico atrapados en una maldición que solo permitirá que uno so...
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—Kyojuro... creo que lo estás malinterpretando. No sucede nada entre Tengen y yo. Solo es una persona que necesita ayuda, no tiene a nadie aquí. Lo voy a dejar quedarse en la habitación de mi tía hasta que pueda establecerse como es debido, por favor no lo malentiendas —dijo, mientras sus dedos jugueteaban con algo de nervio.
El chico sonrió tenuemente.
—bien, lo entiendo. Lo siento por eso... te veías algo tensa hace rato, por eso pregunté. Pero aún no me has respondido la pregunta principal —se giró un poco, con tal de verla directamente a los ojos—. Te pregunté si estabas bien. Eso es lo más importante. Sé cómo es el estar haciendo cosas por el bien de otras personas. Tu corazón dice una cosa... pero dentro tuyo sabes lo que es correcto -su sonrisa se apagó tenuemente y bajó la mirada—. ¿No te sientes así algunas veces?
Ella también bajó la cabeza, por supuesto que se sentía así. Siempre se sentía así cada vez que debía ver a Kyojuro con Shinobu. Pero obviamente no iba a hacérselo saber.
—mi punto es... —siguió diciendo, causando que ella regresara su vista a él—. Si no te sientes cómoda teniendo a un extraño en casa, quizás pueda quedarse en mi departamento.
—oh, no puedo -dijo alzando las manos—. Él es mi responsabilidad... solo pensaré en él como un pariente lejano, no hay problema.
—¿segura? Imagino que puede ser un poco incómodo tener a un tipo medio desnudo rondando por tu casa. Menos que... —le sonrió con picardía—. Ya sabes... te gusten esas cosas. ¿Quizás para atraer más clientes a la tienda? ¡no sabia que te gustaran esas cosas, Yuu!
Ella infló las mejillas para soportar la risa.
—no me des ideas o voy a empezar con las notas —amenazó en tono bromista—. Quizá cambie el código de vestimenta para los empleados masculinos.
Kyojuro colocó su mano en la cabeza de Giyuu y le sacudió el cabello con cariño, haciéndola reír con algo de fuerza.
Una vez la dejó, ella se pasó un mechón rebelde tras la oreja.
—ahí está la Giyuu que conozco —dijo con un tono más tranquilo—. Pero en serio, si hay algo en lo que pueda ayudar házmelo saber.
—oh, de hecho... sí que hay algo en lo que me puedes ayudar... ¿crees que puedas prestarle algo de ropa a Tengen?, quizás no lo hayas notado, pero le dejé usar los shorts de gimnasio que dejaste aquí hace tiempo, espero no te moleste.
—no hay problema. Tengo un montón de ropa extra en la casa de mi mamá. Quizás debería ir por ella de una vez, hoy el día está algo fresco. Además necesito disculparme por confundirlo con un ladrón... voy y vengo, ¿de acuerdo?
