[13] 𝙲𝚞𝚊𝚛𝚝𝚘 𝚌í𝚛𝚌𝚞𝚕𝚘 𝚍𝚎𝚕 𝚒𝚗𝚏𝚒𝚎𝚛𝚗𝚘: *𝙴𝚛𝚛𝚘𝚛*

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[𝙼𝚊𝚕𝚎𝚔]

Estaba sentado en el sofá de la sala de estar mientras contemplaba la ventana de la ciudad que había abajo. En mi mano, el whisky que provenía del hotel era una mierda. El mío era mejor. Yo siempre tenía lo mejor. Podríamos decir que era codicioso, como el cuarto círculo del infierno; lo quería todo, y no aceptaba poco de nadie. 

Me bebí tercer vaso de un solo trago, otra vez, y me lo volví a llenar.

Codicia. Sí, eso era yo... o eso creía.

Ahora mismo en mi cabeza la imagen de León se abría paso entre las serpenteantes nubes imaginarias de mi cerebro, mostrándome que probablemente estaría contentándose con muy poca cosa: Un departamento enano y semi-vacío, una iluminación de mierda, infantiles macarrones con queso o pizza grasienta, su televisión hortera que tendría canales limitados, las humedades en algunas esquinas, el suelo sin brillo y las paredes desnudas de decoración.

A él le gustaba vivir entre esa mediocridad, y yo no lo entendía. Él podría tenerlo todo si se viniera conmigo, como antes, y a lo mejor me lo llevaría a mi finca de Italia para que viera el modo de vida Europeo: relajado, sociable y lleno de naturaleza... como a él le gustaba.

La última conversación que habíamos tenido se repetía una y otra vez en mi cabeza, como un disco rayado que no quería dejarme en paz. Él no lo había dicho con las palabras exactas, pero había dado a entender que todavía me amaba. Se negaba a conformarse con parte de lo que yo podría ofrecerle, y en su lugar lo deseaba todo.

Todo. Jodidamente todo; eso incluía lo malo, lo negativo, lo vergonzoso, mi pasado, mis cicatrices...

Él había cambiado mucho, y se había vuelto más valiente y salvaje. Ahora estábamos en un punto muerto.

Si fuera un cobarde, podría mentirle y decirle descaradamente que lo amaba sólo para que él volviera conmigo a nuestra casa. Nuestra. 

Si fuera un mal hombre, podría drogarlo y llevármelo a la fuerza.

Si fuera un imbécil, podría amenazarlo cruelmente con cosas que verdaderamente todavía le podían importar.

Pero yo no era así. Así era mi padre, y yo no era él. Yo era perfecto. Deseaba conservar mi perfección. Anhelaba que León supiera que yo era un hombre valioso como lo había hecho antes: Uno que cumplía sus promesas, uno que no le haría daño salvo en nuestros juegos de poder, uno que no deseaba hacerle llorar si no era de placer.

Yo y mi león teníamos la norma de no mentirnos jamás de los jamases. La honestidad, aunque fuera hiriente, teníamos que devolverlas de igual manera que lo hacíamos con las bofetadas; y yo le debía dos, pero las usaría sabiamente. 

No entendía el por qué pensaba que bastaría con ofrecerle todo aquello que la gente más quería de mí. Si hubiera sido otra persona, posiblemente se habría aferrado a mi oferta como si le hubiera tocado el gordo de la primitiva. Se habrían gastado todo mi dinero en joyas, ropa cara, viajes, compras por internet... incluso hubieran realizado actividades sencillas. No les habría importado que yo les amara o no. 

Pero a mi hermoso león no le importaba todas esas cosas. 

A él le importaba una mierda que su madre fuera una zorra desgraciada, que su familia estuviera rota, que su identidad ahora estuviera plasmada en una tumba, que tuviera poco dinero, que viviera en un apartamiento de mierda, que su trabajo fuera ridículo y mal pagado, que viviera en un país extranjero sin siquiera conocer el propio idioma, rodearse de gente imperfecta y mediocre... Él deseaba algo que yo tenía miedo de ofrecerle con el pecho libre y el tórax abierto de par en par.

𝐎𝚋𝚜𝚎𝚜𝚜𝚒𝚘𝚗 [En Inkitt como "Bad Temperament"]Where stories live. Discover now