La importancia de no cerrarse

249 44 6
                                    

La noche cae, mis pies se mueven al ritmo de la falsa canción que tarareo, nervioso. Ni siquiera tengo la fuerza para ir a dormir, incluso puedo jurar que las pastillas no logran hacer efecto en este momento.

¿Es esto normal? ¿Debo ser yo quien pida disculpas?

Él fue quien me siguió.

Pero yo he estado mintiendo desde el primer momento en que nos vimos.

¿En verdad no va a hablarme? Él ni siquiera fue capaz de mirarme durante la cena y aún así guardó comida para mí. Mis ojos no lo dejaron ni un momento, culpándome.

¿Fui muy injusto luego de que hablara de su pérdida? Me sentí disgustado conmigo mismo al darle más importancia a su declaración de amor que a sus traumas.

Mi espalda cae contra el colchón, resoplo. Tomo el móvil a mi lado e intento hacer una llamada pero detengo.

—Sang, ¿realmente vas a llamar a alguien que está en la habitación de al lado? —lanzo el móvil y me rindo.

Los minutos siguen avanzando y mi cerebro juega con mi estado de ánimo.

—¡Ah! —espeto con rabia antes de ponerme de pie.

Camino hasta la puerta y me divertido en un juego de ir y venir mientras busco la fuerza para tomar el pomo y girarlo. Una vez logro mi cometido con bastante facilidad, salgo al pasillo con discreción y me aseguro de no verlo en ningún lugar.

Al parecer está en su habitación.

Camino hasta su puerta y mi mano se eleva para tocar la madera pero se pausa a medio camino. ¿Qué se supone que voy a decir? Ni siquiera lo practiqué. Mi rostro muestra una clara frustración y en medio de un berrinche y sin buscarlo, dejo caer mi puño sobre la puerta creando un ruido y paralizando mi cuerpo.

¿Debería salir corriendo? ¿Cambiarme de país?

Me doy media vuelta e intento huir no lo suficientemente rápido como para escapar de la mano que atrapa mi pijama y me hace parar. Ni siquiera escuché cuando abrió la puerta.

—Últimamente te gusta salir de tu habitación a media noche. ¿Eres un vampiro?

Escapo de su agarre y me giro.

—No digas est-

Fue una equivocación dar la vuelta.

Su torso desnudo o su abdomen marcado, tal vez la luminosidad de su piel... o solo el simple hecho de que me gusten los hombres, es el motivo por el que aunque sepa que está mal, no puedo quitar mis ojos de él.

—¿N-no tienes ropa que ponerte? —escupo, nervioso.

Él ríe.

—Tú fuiste quien vino a mi habitación, ¿tampoco puedo estar desnudo dentro de ella? —cuestiona, cruzando ambos brazos sobre su pecho.

—¿Y si tengo que entrar a tu habitación? —ciertamente no lo pensé ni un poco.

Mi rostro se torna rojo y Prem deja ver una gran sonrisa, feliz.

—Estás diciendo... ¿qué quieres volver a entrar a mi habitación?

Está jugando con mi estabilidad. Mi rostro finge estar serio.

—Eres un imbécil. —lo insulto y su sonrisa desaparece.

—Ya que parece que solo viniste a insultarme porque estabas aburrido, creo que volveré adentro.

Intenta cerrar la puerta y entro en pánico, se supone que vine a arreglar las cosas y terminé haciéndolo sentir peor.

Antes de que pueda cerrar la puerta completamente, corro hasta él y tomo su mano, parece asombrado mientras lo hago salir de la habitación y cierro la puerta. Me coloco frente a esta para que no pueda pasar y él a unos pasos de mí.

—Sang.

—No vine a molestarte, lo lamento. —digo sinceramente pero él parece más atento a la puerta detrás de mí.

—Sang, t-

—En realidad vine porque quer-

No puedo terminar, su cuerpo se abalanza sobre el mío sin motivo. Me acorrala y mi respiración se agita, su rostro en el hueco de mi cuello pues se aprovecha de la poca diferencia de altura que hay entre ambos. Me asusto un poco cuando siento el tacto de su mano recorrer mi cintura.

Trago con dificultad, ni siquiera puedo decir nada.

Cierro los ojos al recibir la bocanada de aire que suelta al girar el pomo de la puerta.

—Sang... —susurra y mi piel se eriza. Lleva sus ojos a mí—. Acabas de cerrar la puerta con seguro.

Toda la estética romántica cae inmediatamente.

—¿Eh?

Vuelve a pegar su cuerpo al mío y gira el pomo nuevamente, sin éxito. Cierro los ojos, frustrado.

Se aleja de mí y desarregla su cabello. Lo miro avergonzado. Mis intentos de mejorar las cosas solo terminan en tragedia.

—No es para tanto. —intento suavizar las cosas pero el gesto asesino en su rostro me dice que calle—. Lo lamento.

Lleva sus ojos a mí y cambia su expresión.

—No voy a dormir en el sillón. —alega.

—¿Y dónde t-

—Voy a dormir contigo. —afirma con seriedad.

—¡Hey! ¡No puedes! 

¿En mi habitación? ¡Voy a morir!

—¿No puedo? 

Repite, camina hasta mí peligrosamente y vuelve a encarcelarme contra la puerta, sosteniendo mis manos entre una de las suyas y con la otra sosteniendo mi cintura.

—Prem...

—Te dejé dormir en mi habitación cuando cerraste la tuya, me levantas en medio de la noche, me dices imbécil y encima cierras mi habitación. —acerca sus labios a los míos—. Es obvio que no te estoy preguntando, voy a dormir en tu habitación, contigo.

Me deja perplejo, se aleja de mí pero sigue sosteniendo mi mano arrastrándonos hasta la habitación.

Oh, Dios.

♡♡♡

Ambos sobre la cama dándonos la espalda. Me siento nervioso y sé que él no está durmiendo. Ni siquiera pude hacer lo que se supone había planeado. Suspiro, con desgracia.

—Sang. —la mención de mi nombre me pone en alerta—. Sé lo que has intentado hacer. No tienes que disculparte, no puedes hacerte cargo de las cosas que no puedes controlar.

Siento movimientos de su lado, se gira hasta mirar mi espalda. Dudo un poco pero termino haciendo lo mismo. Sus ojos se encuentran con los míos y por primera vez en muchos años siento estar con alguien que me entiende, alguien que intenta salvarme.

—Lo siento... —susurro, mientras disfruto el roce independiente que realizan mis dedos sobre la piel de su mano. Un contacto que me negué por mucho tiempo y que ahora me hace sentir seguro.

—No tienes que pedir perdón por nada, no es tu culpa. —y sin él saberlo, aquella frase no solo fue aplicada a las cosas que pudo conocer hoy, me hizo saber qué se siente escuchar una frase que siempre quise recibir y que me negaron.

Mis ojos vuelan a sus labios y me sorprendo al notar la tensión en mi cuerpo que había olvidado desde que empecé a tomar antidepresivos. Él luce concentrado en mi mirada.

Por un momento me siento libre de hacer cualquier cosa y esa es la razón por la que dejo el tacto en su piel y me inclino sobre sus labios, besándolo. Me alejo de inmediato y él parece igual de sorprendido que yo.

Pero no dice nada, solo se inclina hacia mí igual a como lo hice y me besa de vuelta.

El nerviosismo entre ambos es evidente y no dudamos en dar la vuelta y llevar nuestra vista al techo sin dejar de rozar nuestras manos, en una señal indirecta de que cada uno...

Está sintiendo algo.

Trata de amarme TÚ [BL] #3 [✔]Where stories live. Discover now