Capítulo 3.

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Thomas.

¿Por qué demonios no podía quitarla de mi cabeza?

Sus ojos.

Su sonrisa.

Todo de ella, me generaba un anhelo que nunca había sentido por nadie, ni siquiera por mi prometida. 

Había estado infiltrado en muchos casos, pero este fue todo diferente. Esas seis semanas fui otra persona y engañó a ese chica, todo cambió en mi sistema. Ella no tenía la culpa de las temas de su padre, solo que ser el punto más débil es por quien ibamos. Dos semanas me llevó tratar de acercarme a ella, tres semanas luego de citas, de incontrolables noches de pura pasión a su lado, fue cuando usando su confianza pude entrar al acceso del hotel que le pertenecía a la mafia. Solo bastó eso para presentarle a mi superiores todo lo que ocultaba Francesco Salvatore detrás de su fachada como dueño de ese resort dentro de Apulia.

Brina no tenía idea de lo malo que es su padre.

Los criminales deben estar dentro de la cárcel, es ahí donde fue y lo condenaron como un reo de máxima peligrosidad.

— ¡Infeliz! — dice Sonia entrando hecha una furia a mi nuevo desempacho.

— ¿Qué te pasa? — le pregunto.

Su mano impacta en mi mejilla y la veo quitarse el anillo de compromiso para lanzarlo sobre mi cabeza.

— Me juraste que no tuviste nada con ella. Solo besos inocentes...

— No se de que hablas – detengo su mano cuando quería impactar de nuevo en mi mejilla.

— De Brina Salvatore, de tu misión — escuchar su nombre tensa todo mi cuerpo. – Te la follaste no una, varias veces ...

— Sonia — musito.

— ¡Sonia nada! — grita alterada. — ¿Follaste con esa niña egocéntrica? — pregunta mirandome a los ojos.

Esquivo su mirada.

— No es una niña.

— Contesta mi pregunta, Thomas — masculla mi prometida.

Suspiro.

Quiero negarlo, solo que ya no tengo voluntad de hacerlo.

— Si, muchas veces — reconozco.

Infinidades de noches con su cuerpo sobre el mío o viceversa. Brina es de esas mujeres que se muestran dulces, pero son todas unas fieras en la cama. Podía tener treinta años, poseer un poco más experiencia en lo sexual, solo que ella me había enseñado lo que significaba la pasión y la buena química en la cama.

— Eres una mierda, Thomas — la escucho decir a Sonia mientras se sienta en la silla más cercana procesando mis palabras. — Cuatro años de relación tirados a la basura por esa maldita arpía. 

— No la conoces.

— Si y solo me bastó cinco segundos para darme cuenta lo arpia, malvada y ponzoña que puede ser. Además que delante de todos me dejó como una gran cornuda y a tí él de la buena polla — me cuenta tapando su cara con sus manos abrumada.

— ¿Ella estuvo aquí? — consulto sin enteder.

¿Cómo conoce a Brina?

Nosotros e incluso la departamental del FBI estabamos a demasiada distancia de Apulia y de la zona residencial de Brina.

— Ella está aquí. Su padre escapó. Atentaron contra la custodia y está profugo. La acusan a su hija de ser la cabeza de esa fuga — dice Sonia.

— Brina sería incapaz de hacer algo como eso — aseguro.

La Emperatriz del mal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora