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Sabo no sabe porque tiene que asistir personalmente a la escuela, sus clases siempre habían sido con profesores privados y eso estaba bien para él, pues interactuar con otros niños no era algo que a él le fascinara. Sin embargo, acepto la decisión de sus padres.

— “La fábrica no ha de tener una buena producción este año” –piensa mientras se coloca una playera azul con un short color negro-

— ¡Hijo, apresúrate o llegaras tarde! –grita su madre desde el primer piso de la enorme casa-

— Enseguida –responde tomando su pequeña maleta con útiles escolares-

Sabo bosteza con pereza mientras baja la enorme escalera que separa un piso de otro, realmente no quiere ir a la escuela, pero también está consciente de los posibles problemas financieros que sus padres pueden estar pasando (pues no lo mandarían a una escuela de la ciudad si no fuera por problemas de dinero).

— Llegué –se anuncia tomando asiento en la enorme mesa de madera-

— Hijo –su madre sonríe con dulzura— tu almuerzo ya casi está listo, la cocinera ya lo está terminando –dice colocando su mano sobre el cabello del menor-

Realmente no puede evitar sonreír, pues sentir la cálida mano de su progenitora sobre su cabeza proporcionándole mimos no es algo que sienta todos los días.

— Me esforzaré, madre –dice tomando la mano de su progenitora- te lo prometo.

— Hijo, ¿No estas molesto conmigo por llevarte a la escuela en presencial? –pregunta con tristeza-

— Ríe, porque de tan solo pensar odiar a su madre por algo como eso es totalmente estúpido- claro que no, lo entiendo perfectamente –dice acariciando suavemente su mano- además, yo nunca podría odiarte.

Puede sentir las manos de su madre rodearlo con amor, una sensación que no quiere que desaparezca nunca.

— Sera mejor que nos apresuremos –dice la mayor separándose del abrazo- tu padre no tardará en llegar.

Su sonrisa desaparece. Él nunca podría odiar a su madre por amar a un hombre tan horrible como es su padre (por algo está el dicho “el amor es ciego”), pero ciertamente desearía que nunca se hubieran conocido, aunque eso implicara que él no naciera.

No puede seguir soportando ver a su madre sufrir y llorar por los tratos que aquel hombre le proporciona, pero también está consciente de que aun es muy pequeño para hacer algo al respecto.

— Mamá –hace una pausa viendo como la mencionada se voltea para prestarle atención- ¿Por qué seguimos aquí? –pregunta- ¿Por qué no nos vamos de la casa e iniciamos desde cero en otra ciudad?

Silencio.

Puede ver como su progenitora medita las preguntas con cuidado, como no queriendo revelar un secreto.

— Porque aún sigo amando a tu padre –dice soltando una pequeña sonrisa- además, a donde quiera que nos vayamos, tu padre nos encontrara... aunque, no suena mal en un futuro hijo –finaliza dándole un suave beso en su frente-

Sabo no puede esperar para crecer y llevarse a su madre con él.

Sabo no puede esperar para crecer y llevarse a su madre con él

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Volver a vivirWhere stories live. Discover now