Capítulo 25

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Aquella mañana era especialmente encantadora.

El sol brillaba orgulloso en el centro de un cielo celeste adornado por espumosas nubes, bañando con sus cálidos rayos todo lo que estuviera a su alcance. Una suave brisa despeinó ligeramente sus rubios cabellos cuando levantó su vista al aire, entrecerrando sus ojos al momento como un acto reflejo, al ser encandilado por la potente luz.

Todo se sentía tranquilo, liviano, acogedor. Sería un buen día, pensó con seguridad.

Siguió caminando hasta pasar por la puerta de entrada del colegio, cuando un toque suave y esponjoso en su nuca provocó que una corriente eléctrica se extendiera por su columna hasta erizar cada vello de su cuerpo. Sobresaltado, llevó su mano al lugar, girándose inmediatamente sobre su eje, solo para encontrarse con una divertida sonrisa geométrica y una mirada parecida a la de un niño cuando cometía alguna travesura.

Resopló cuando vio de quien se trataba, y le dio un golpe en su hombro a modo de regaño antes de cruzar sus brazos sobre su pecho.

—¿Qué haces, alfa tonto?— Preguntó en tono serio, con una de sus cejas arqueadas. —Pude haberte golpeado involuntariamente. Tuviste suerte de que no reaccioné así.—

—Que miedo.— Se acercó más a él y enrolló en uno de sus dedos un mechón de pelirubio, jugando un poco con este. —Pero solo quería saludarte.—

—¿Qué forma de saludar a alguien es esa?— El más bajo le dio un manotazo para que soltara su cabello, apuntándole con reproche. —Te he dicho que no hagas ese tipo de cosas donde alguien pueda vernos. Soy un "alfa".— Susurró haciendo comillas con sus dedos en el aire. —¿Recuerdas?—

Más alumnos se acercaban a la entrada, así que dicho esto, se dio la vuelta soltando un gruñido de molestia, dejando al alfa parado como un tonto en la puerta.

Pero no por mucho tiempo, pues mientras se dirigía a la sala del consejo estudiantil sentía perfectamente los fuertes pasos detrás de él, junto con ese potente aroma que se colaba por sus fosas nasales a pesar de la distancia que los separaba.

Entró soltando un suspiro y dejando inmediatamente su bolso sobre el escritorio. El sonido de la puerta siendo cerrada no lo sorprendió, pero sí lo hizo el firme agarre que envolvió su cintura y que provocó que su pecho chocara contra otro duro y caliente.

—¿Qué crees que haces?— Preguntó alterado y nervioso, tratando de zafarse del agarre contrario.

—¿Qué te parece que hago?— El más alto se aferró con mayor fuerza a la fina curva de su cintura, evitando que el otro se liberara, y acercó sus labios a su rostro para dejar un suave beso sobre una de las níveas mejillas.

Ante este gesto el omega detuvo su forcejeo, y la blancura de su piel fue reemplazada por un tierno sonrojo que lo hizo lucir adorable ante la vista enamorada del pelinegro.

—Te dije que no hicieras esas cosas.— Reclamó en un susurro, con su corazón golpeando un poco más rápido dentro de su pecho y su mirada desviándose a otro lado.

—Nadie puede vernos aquí, así que...— El alfa acercó sus rostros poco a poco, con su vista clavada en aquel par de labios color cereza. —Solo un poco...—

Finalmente unió sus bocas en un dulce beso. Al principio fue solo un toque, algo sutil; pero el pelinegro aumentó el movimiento de sus labios incitando al omega a hacer lo mismo.

Este se había quedado estático, sus ojos cerrados con fuerza por los nervios y sintiendo su rostro tan ardiente que podría derretirse de seguir así. Sin embargo, hizo su mayor esfuerzo y se animó a dejarse guiar por el suave compás del contrario, probando por sí mismo aquella carne que le robaba el aliento. Le gustaba, se sentía bien, y la emoción de su lobo era incontrolable siempre que hacían algo así.

¡El presidente del consejo estudiantil es un omega! || BajifuyuWhere stories live. Discover now