Capítulo 15.

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La Luna se adueñó del cielo, los postes iluminan las calles en su oscuridad nocturna, las estrellas brillan cansadas de que la contaminación no deje a los demás apreciarlas, y dos amantes en un humilde hogar se quieren con cuidado.

Una de ellas, con el corazón revoloteando dentro suyo y sus ojos brillosos de color azul, observaba a la chica más bonita que haya visto en su vida entera.

Nadie puede negarlo.

―Tardaste un poco.

En la puerta del baño, con una toalla alrededor de su cuerpo, la barriguita dónde sus bebés se encuentran está a simple vista, sus cabellos negros y suave piel cubiertos por gotas de agua. Completamente hermosa.

Y nadie puede negarlo. Nadie que tenga ojos y sentido común para ver la hermosa persona y alma gentil que es Juliana.

¿Tanto tiempo le tomó darse cuenta?

Tanto tiempo dónde soltó palabras inadecuadas sin el filtro adecuado, tratando de alejar a la chica de forma inconsciente, dando una imagen que no es, ¡su madre se lo advertía! Pero eso es del pasado. Porque ahora las cosas solo pueden ir para mejor, porque los sentimientos de ambas han sido aclarados y todo lo demás parece no importar.

No cuando tiene a su familia a su lado. Su madre, Juliana y las bebés próximas a llegar son su familia y Valentina lo sabe. Ahora lo hace.

―Lo siento ―sonríe peinando sus cabellos ―no lo noté.

―Descuida ―Juliana asiente con algunos mechones ondulados pegados a su frente, luciendo adorable.

Valentina eleva una comisura de sus labios con cuidado y se levanta de la cama, mientras Juliana camina con cuidado hasta la misma y toma asiento tomando su espalda baja.

―¿Cuántos meses llevo ya? ―suelta haciendo una ligera mueca por el dolor, su mano izquierda acariciando su espalda ―¿lo sabes?

Valentina parece tensarse antes de entrar al baño con su pijama en mano, y Juliana la mira confundida hasta que cree entender.

«¿Aún le incomoda? ¿Siempre lo hará?»

Valentina gira un poco luciendo avergonzada, ¿por qué?

―Tienes 4 meses, casi cinco. La semana próxima a esta cumples cinco ―responde como en un susurro ―puedes verificar en mi cajón ―señala la cómoda al otro lado de la casi vacía y pequeña habitación.

Juliana asiente con desconfianza. Sus pies descalzos tocan el frío piso hasta quedar frente a la cómoda, con una mano toca su vientre abultado y con la otra abre el cajón.

―Es una tonta... ―sonríe en grande observando aquel calendario y lo sujeta entre sus dedos.

Los días marcados, uno tras otro en el calendario, con algunas notas en las esquinas.

"Chequeo mensual de J, 3 de..."

"Dos meses"

"Ya son tres meses"

"Tres meses y medio"

Ella siempre tan atenta y cuidadosa con ella y los demás. Por más que en su momento haya dicho cosas indebidas e imprudentes, todos nos podemos confundir y todos cometemos errores. Juliana sabe perdonar y una segunda oportunidad es lo que les queda. Esta es otra prueba de que hace lo correcto, al menos por ahora, es lo correcto.

Suspira un tanto, cierra el cajón y se lleva en sus manos el pequeño calendario, dejándolo en la mesita de noche al lado de la cama matrimonial.

Lo examinó un poco más, hasta que sus ojos se detuvieron en la página que señalaba su mismo mes.

Parpadeó confusa.

"Aniversario..."

Y sí, eso no se lo esperaba. Un sonrojo estropeó su piel y pronto estaba rojita. ¡Tenía anotada la fecha de la primera vez que se vieron! ¡De aquella borrosa noche, lo recuerda...! Oh no, ¿cómo debería sentirse? Aquello es bastante importante en su relación.

El sonido de la puerta abriéndose llama su atención y gira el rostro. Valentina sale del cuarto de baño con una toalla cubriendo únicamente sus caderas, dejando descaradamente ver lo demás. A pesar de no hacer ejercicio, Valentina una vez le comentó que adoraba los deportes cuando iba en la secundaria y preparatoria, así que quizás se deba a que tenga un cuerpo marcado.

Juliana pareció babear al ver tal mujer y sus ligeros músculos a simple vista. Las hormonas con esto del embarazo la tienen mal, muy mal. Valentina se sienta a su lado, luciendo sonrojada como ella cuando se dio cuenta del calendario en la mesita de noche y no por su propia desnudez.

―¿Te molestó? ―pregunta con cuidado.

Juliana ríe ligeramente. Su hermosa y suave risa como el viento que cautiva los oídos de la rubia.

―Es lo más hermoso que me has tratado de decir nunca.

Desire Of Love | ✓Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ