Capítulo 18.

1.7K 177 9
                                    

―¿Entonces? ―Juliana decidió tomar la mano de Valentina, o, mejor dicho, el puño que era su mano.

¿Un puño? Sí, Valentina podría no decirlo, pero su lenguaje corporal delataba lo mal que le caía Sergio.

Pensar que ellos fueron algo, que Sergio pudo haber tenido la dicha de vivir una buena vida al lado de Juliana en vez de ella, la hacía pensar en lo afortunada que era hoy, a pesar de todas las decisiones incorrectas, de estar con Juliana.

Tan afortunada.

Pero, de todas formas, la cercanía de aquel hombre hacia Juliana no le parecía nada profesional, y más le vale no sobrepasarse con su novia o vería las consecuencias legales y físicas que tendría. Sólo aquella hermosa chica saca sus lados protectores. Ella y las bebés que lleva en su vientre.

Comenzó el hombre diciendo: ―Según los resultados finales, pienso que estás fuera de riesgo en cuanto a tu embarazo, Juliana. No sé cómo lo lograste, pero estás mucho mejor de salud, y creo que debo agradecer a Valentina por haberte cuidado, ¿no es así? ―le sonrió con comprensión, retirando los lentes de su rostro.

―Sí, ha sido muy protectora conmigo, no me dejaba hacer nada ―poco a poco la mano de Valentina volvió a la normalidad ―aunque al principio me sentía inútil, pude entender que era necesario.

―Me imagino, te conozco, Juli. Eres terca con las cosas, me alegro de que Valentina haya podido ayudarte a entender eso.

―Así es ―Juliana escaneó el pequeñísimo sonrojo en las mejillas de su bella mujer, sonriendo para deleitar los ojos azules de su novia.

Su novia.

Sergio pudo notar la diferencia entre la última vez donde ambas estuvieron en su consultorio. Era algo notoria, y sonrió porque sabía que las cosas entre ellas habían mejorado.

―Entonces... ―carraspeó un poco, sacando a ambas mujeres de su pequeña burbuja ―puedes hacer más cosas, como hacer limpieza, caminar con más libertad, estar más tiempo de pie y hasta bailar un poco. Pero lo que no puedes hacer son muchos esfuerzos o tener corajes, ¿De acuerdo? Así que, para concluir, las veo en un mes ―le sonrió al final, con los labios sellados ―no falta mucho tiempo para concluir los nueve meses, así que quizás sea hora de buscar nombres.

Luego de aquello decidieron hacer las compras ya que era temprano, y aprovecharon para platicar sobre los nombres que sus hijas podrían usar. Aunque terminó pareciendo más una tonta pero tierna discusión.

―¿Te gusta Nayeli? ―preguntó empujando el carrito de compras mientras Valentina tomaba algunos paquetes de sopa instantánea.

―¿Porqué?

―Me parece un nombre muy bonito ―sonrió un poco, avanzando y en sus pequeñas manos tomó una caja de cereales.

Hace un tiempo no habrían podido costear más que sopa instantánea, arroz, azúcar, sal y un poco de carne. Pero ahora que no debían pagar por su techo, Lucia las ayuda con los gastos gracias a tu trabajo como costurera y Valentina en ese nuevo restaurante como mesera, las cosas iban mucho mejor.

Comían de forma decente y las preocupaciones no parecían tan grandes.

―No me agrada del todo ―hizo una mueca ―además, necesitamos nombres a juego. Son mellizas, deben tener nombres relacionados y Nayeli no se puede relacionar con nada, ¿no?

―¿Por qué no te agrada? ―empujó el carrito hasta la otra sección ―y, ¿quién dice que serán nombres a juego?

―Lo sugiero porque me gustaría que sea así ―Valentina tomó un producto de la repisa más alta y leyó el precio, dejándolo en su mismo lugar con una mueca y tomando otra de menor precio en reemplazo ―Nayeli no me agrada porque luce para alguien muy creída.

―No seas mala, no todas las Nayelis son así. Además, su nombre es bonito, aunque concuerde con que sean nombres relacionados, Nayeli como nombre es muy bonito.

Valentina miró el pequeño puchero en sus labios y suspiró un poco. ―Ya que insistes, puede estar en la lista de nombres.

Juliana le sonrío en grande. ―Está bien ―asintió ―y entonces, ¿qué nombres propones?

―¿Que tal Natasha?

Juliana arrugó su naricita. ―No, me parece... llamativo ―dijo evidentemente en broma. Valentina soltó una carcajada limpia que, sin duda alguna, aceleró el corazón de Juliana.

Avanzaron con el carrito de compras lleno hasta la mitad con productos necesarios y básicos. Se colocaron en la corta fila para pagar por los productos mientras Valentina se perdía en una amena conversación con Juliana.

Poco después llegaron a casa con las compras.

―¡Ya llegamos! ―anunció Juliana en la puerta, con un pequeña bolsa en su mano izquierda y en la otra las llaves.

Valentina llegaba detrás con una bolsa de tamaño considerable en cada mano, pero no parecía hacer mucho esfuerzo con el peso. ―Traeré las demás bolsas ―y salió de la casa por la otra carga.

Juliana vio a Valentina salir nuevamente y se adentró a la cocina para dejar las llaves ahí. ―Lucia, trajimos lo que nos pediste y...

Juliana quedó helada, dejando caer las llaves al suelo. La escena frente a sus ojos hizo a su ser temblar.

―¿Lucia, e-estás bien? ―Juliana observó a la mujer tratando de mantenerse en pie, pero temblando. Había restos de vidrio en el suelo así que se acercó con mucho cuidado. ―¿Lucia...? ―ya a su lado colocó sus manos en los hombros de la mujer, quitando los cabellos de su rostro, la mujer le sonrío un poco antes de caer completamente al suelo. Juliana se alteró con el hecho. ―Oh, Dios... Dios, ¡Valentina! ¡Valentina! ―su voz se quebró y no podía dejar de llorar. Valentina entró corriendo al lugar.

―¡Mamá!

La tormenta apenas se hacía notar para los Carvajal.

Desire Of Love | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora