Discessi paulo foraminis

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El hilo de los acontecimientos condujo a la extensión de los interrogatorios. Dazai se vio obligado a pasar a la siguiente etapa con la finalidad de recopilar mayor información provista por los testigos presentes minutos antes y después de que ocurriera el crimen.

El siguiente en entrar fue Akutagawa, quien trató de mantener la mirada en alto en todo momento hasta que Dazai avanzó en dirección a él. El semblante del menor permanecía serio y tranquilo, con una aparente concentración en sus pensamientos. No obstante, a Dazai nada se le escapaba, a un líder destacado no se le podían pasar desapercibidos esos detalles, por lo que fácilmente notó los nervios que tenía su subordinado.­

—¿Trajiste lo que te pedí? —inquirió Dazai en un tono muy bajo.

—Sí, los mantuve ocultos, tal como me lo ordenaste.

Akutagawa llevó sus manos hacia el interior de su gabardina y extrajo cuidadosamente una carpeta que recopilaba la información del caso. Extendió las manos y entró los documentos a su superior, encargado de la investigación.

Antes de continuar, Dazai hizo una revisión superficial, verificando que no hiciera falta ningún informe médico ni criminológico. Al confirmar que Akutagawa había cumplido con su pequeña misión, le indicó con la zurda que se adentrara por completo en la sala y tomara asiento para iniciar con las preguntas. Tan pronto como se dio cuenta de la indicación, el azabache la acató. Mientras esperaba que lo interrogara, bajó la mirada y guardó completo silencio.

Dazai se sentó frente a él y sus ojos recorrieron la figura de Akutagawa de arriba hacia abajo. Gracias a ello, se percató de la tela ligeramente rasgada, un indicio de pelea que su subordinado no logró ocultar.

—¿Por qué tu ropa está así? ¿Tuviste algún enfrentamiento?

—No podría decir que me peleé, en lugar de eso... —Akutagawa desvió la mirada, recordando los acontecimientos que atravesó para que su vestimenta acabara en ese estado pese a que él nunca permitiría que su gabardina acabara en ese estado—. Estuve tratando de utilizar mi habilidad y al final no me fue posible, algo me lo impedía. Después noté que, posiblemente sí la había manifestado. Algunas cosas me cayeron encima y acabé así.

Dazai trataba de ordenar aquellas palabras expresadas en un abrir y cerrar de ojos. Logró conectar los eventos y confirmar que Hirotsu estaba diciendo la verdad respecto a la falla que se presentó con sus habilidades, convirtiendo el hecho en algo cada vez más sospechoso.

—Entiendo, en ese caso puede que la información me resulte útil al momento de unir las piezas —aclaró el detective a cargo de la investigación y prosiguió, recargándose sobre el respaldo de la silla para obtener una mejor vista del interrogado—. Sabes que pretendo llegar a la raíz de este asunto y así descubrir al asesino de Mori-san. Para ello, necesito que me respondas una sola pregunta de la forma más honesta y detallada posible.

Tan pronto como lo escuchó, Akutagawa cambió a un semblante serio y se concentró. Esperaba que esa ocasión tan desafortunada concluyera en algo especial, siendo el momento en el que pudiera ser de utilidad para su jefe, aunque nunca más volviera a repetirse tal oportunidad.

—Por supuesto, estaré dispuesto a hablar con la verdad si eso le ayuda.

—Muy bien. A decir verdad, quiero preguntarte acerca de Tachihara, ¿sabes en dónde se encontraba antes y después de que sucediera el incidente?

—Tachihara... —meditó y explicó conforme recordaba sus movimientos— Al inicio estaba con Hirotsu-san. Así fue hasta antes del asesinato. Hirotsu-san lo mandó a investigar a los alrededores, pero cuando Lagarto Negro se reunió, él no estaba presente.

—Entiendo, en ese caso es importante conocer su versión —aclaró Dazai—. Su habilidad no solo lo convierte en el mayor sospechoso, sino que sus extrañas acciones le perjudicarán más. Una vez que lo escuche y conecte sus palabras con los testimonios de los demás, podré determinar su culpabilidad en el caso.

Akutagawa comprendía a qué se estaba refiriendo. No solo había desaparecido sin previo aviso, Tachihara también contaba con la habilidad de controlar los objetos metálicos de forma remota. Tal detalle podría estar vinculado al asesinato del difundo líder de la Port Mafia, por lo que su superior tenía que continuar con ese extenuante interrogatorio para después analizar cada uno de los testimonios y encontrar alguna falla.

Simplemente escuchar sonaba como un trabajo sencillo, pero era importante entender que existían múltiples factores que prolongaban o acababan entorpeciendo la investigación. Uno de ellos eran las mismas contradicciones que se generaban, ya que los testigos podrían no usar las palabras correctas u omitir detalles importantes, complicando el proceso.

Por fortuna, Dazai había confiado en su palabra. Le costaba procesar ese suceso, por lo que decidió preguntar. Quería mantener altas sus expectativas, y al mismo tiempo sentía que iba a ser insultado por cuestionar de esa forma.

—Dazai-san, ¿por qué la pregunta acerca de Tachihara? —fue directo al punto, buscando introducir su próxima pregunta— No me molesta responder ni nada por el estilo, es solo que... ¿Qué habría sucedido si yo te hubiera mentido?

Tan solo plantear algo así resultaba alarmante. Si mentía, Dazai tendría que actuar en ese momento y atacar a su propio subordinado sin mostrar piedad. Sin embargo, se quedó en silencio.

Cada segundo que transcurría fue inquietante. Miraba de reojo con tal profundidad que podía sentir que veía a través de su alma. Conservó ese semblante por unos minutos hasta que decidió hablar, mostrándose firme en sus palabras.

—Tú nunca traicionarías al jefe, ya que eso me decepcionaría a mí y tú no quieres que eso suceda —respondió confiando en su intuición.

Mientras que Dazai había reducido su conclusión a un planteamiento tan simple, Akutagawa no lo tomó tan a la ligera. Escucharlo diciendo tal cosa acabó motivándolo e inundándolo de alegría. Aunque esa persona que admiraba decidió darle la vuelta al asunto, él notaba que estaba afirmando confiar en él, en su lealtad que no acabaría en ningún momento.

Quería contener su alegría, por lo que apretó su puño, dejando escapar una curva ligera en sus labios que se formaba sin que así lo deseara. Dazai, por su parte, ya se había percatado de su incontenible alegría y pensó: «¿Qué pasa con él? Parece que dejará de funcionar en cualquier momento, tal vez debería llamarlo y...»

El detective avanzó y extendió la mano, acercándola al hombro de Akutagawa mientras este permanecía pensante, completamente inmerso en su propio mundo. No obstante, antes de concretar el tacto, escuchó un gran estruendo. La puerta había sido azotada y ambos presentes se dieron media vuelta, notando que una figura femenina estaba de pie frente al marco de la puerta.

La señorita Kōyō había vuelto a la sala improvisada de interrogatorios y por su aspecto no parecía traer buenas noticias. Estaba algo desaliñada y por su respiración entrecortada podría suponer que corrió una larga distancia sin detenerse a descansar.

—Dazai-kun... Hirotsu-san está enfermo, parece que alguien lo envenenó y... —extrajo el sobre desde una de las mangas de su kimono e hizo entrega de él— Dejaron esto en los alrededores...

Curioso por el contenido, Dazai se apresuró a abrirlo y leer en voz alta el contenido de la nota, dejando boquiabiertos a sus actuales acompañantes:

«Logré eliminar al jefe, así que seguiré y tomaré el control de la Port Mafia. Me desharé de todo aquel que interfiera en mis planes».

In fragantiWhere stories live. Discover now