Cecidi seorsum tibi

22 8 0
                                    

El misterioso sujeto siguió avanzando, llegando a posicionarse a unos cuántos metros de Chūya. El pelirrojo no se movió ni un centímetro, permaneció sosegado en todo momento y esperó a que su oponente fuera el primero en atacar para mostrar su reacción, sin embargo, antes de iniciar una pelea, hizo una declaración realmente impactante para todos los presentes.

—Mi nombre es Tanizaki Gorō. Soy el responsable de asesinar a Ōgai Mori, el anterior jefe de la Port Mafia —confesó, empleando un tono suave, sin expresar arrepentimiento alguno—. No tengo la intención de dar marcha atrás, seguiré y terminaré con esta organización de una vez por todas.

Antes de recibir una respuesta, Gorō comenzó a gran velocidad, tratando de luchar cuerpo a cuerpo con Chūya. Su oponente no parecía estarse esforzando lo suficiente, así que tal vez podría acabar de una vez por todas usando una patada alta combinada con el uso de su habilidad. Por ello, dio un retroceso de unos cuántos pasos y guardó energía suficiente para tomar impulso y acertar en su objetivo. De esa forma estiró su pierna, apuntando hacia el mentón adverso.

Logró dar en el blanco y su oponente cayó al suelo. Parecía que estaba derrotado, hasta que volvieron a mirarlo con una ligera curva sobre sus labios. Era difícil de digerir, nadie podía entender qué estaba sucediendo con esa sonrisa cuando él se encontraba en el suelo.

Guardó completo silencio y esperó. De un instante a otro, Chūya cayó al suelo, sosteniéndose con una sola mano e intentando levantarse.

—¡¿Qué demonios...?! —cuestionó, completamente agitado y confundido, esforzándose por regular su respiración.

—¿Te diste cuenta recién? —Gorō se acercó, adoptando una posición ofensiva, listo para continuar con lo que había iniciado—. Tienes que levantarte de una vez, no podrías considerarte ejecutivo si solo soportas uno de tus propios golpes.

Dazai ya había planteado sus sospechas al respecto, pero ahora estaba completamente seguro, ese hombre, según los testimonios que había escuchado y los hechos que logró ver con sus propios ojos, era capaz de manipular las habilidades de los demás usuarios para su propio beneficio. La prueba era la forma en que la habilidad de Kōyō dejó de responder, estando cerca de atacar a Chūya en el proceso. Si era de esa forma, tendrían que seguir luchando cuerpo a cuerpo, sus habilidades solo les causarían más problemas.

—Tachihara, dame unos segundos con Chūya, por favor.

—De acuerdo, lo intentaré.

Tachihara cambió el rol y se puso delante, peleando contra Gorō mientras esperaba por las siguientes indicaciones. Entre tanto, Dazai se acercó a Chūya y le susurró su plan al oído, además de los detalles que no podía dejar pasar en tal situación.

—¡No puedes pedirme que haga eso! Si se da cuenta todo estará acabado, y tú...

—Confía en mí, esto saldrá bien.

Tachihara seguía peleando, entreteniendo a Gorō hasta que Dazai diera por concluida su acción. Empero, al mirar la situación, pensó en distraer por completo a su actual enemigo mientras él empleaba su habilidad para manipular el cuchillo que el pelinegro les arrojó, esperando que este no se percatara.

Desafortunadamente, estuvo a unos cuántos centímetros de acertar cuando el cuchillo se detuvo y cambió su dirección, atacando a Dazai. Pensaba frenarlo al usar su habilidad, pero su reacción fue tardía y recibió el impacto con uno de sus brazos.

Chūya se levantó de prisa y se giró, mirando con enojo a Tachihara.

—¡Oye! ¡Debes estar bromeando, Tachihara!

Tachihara solo agachó la cabeza y retrocedió, sorprendido de que Dazai estuviera tolerando el dolor del cuchillo que estaba enterrado en su brazo. En ese instante abrió paso para que Chūya continuara la pelea, siguiendo ahora los consejos de su compañero.

Gorō se limitó a desenvainar su katana, apuntando la hoja curva hacia Chūya, preparado para continuar con el conflicto a como diera lugar.

—Espero que comiences a tomarme en serio —advirtió el azabache —. Si no peleas con todo lo que tienes, me aseguraré de que seas el último en morir, viendo cómo caen tus compañeros, de uno en uno. Aunque no creo que te afecte tanto, todos ellos deben ser iguales, huyendo cuando sus vidas creen que corren peligro. No más que simples traidores, tan similares al cobarde de Mori.

Tachihara sintió que había algo extraño con lo que acababa de decir, no sabía qué tan necesario era señalar a Mori como un traidor, así que solo acabó llamando más su atención. ¿Acaso tenía esa mala sensación solo por estar acorralado o había algo más que se le estaba escapando?

No logró descifrarlo en ese momento, ya que quedó absorto al ver la agilidad que presentaba Chūya al evadir los ataques de la espada una y otra vez. En lugar de salir afectado, terminó agrediendo un par de veces a Gorō, dando un brillo de esperanza a los espectadores del conflicto.

El adversario trató de contener la calma e inhaló una gran bocanada de aire, reuniendo toda su fuerza para el estoque que planeaba ejecutar. Llevó su mano hacia atrás y la regresó hacia el frente tan rápido como le fue posible, notando que Chūya se echó hacia atrás.

—Cambiemos, Chūya —musitó Dazai y un par de segundos después, se lanzó para aferrarse al antebrazo de Gorō con lo que no solo consiguió desacelerar su ataque, sino que también logró el tacto esperado para anular su habilidad de una vez por todas.

Pese al ágil movimiento, Dazai dejó escapar un quejido, ya que continuaba con un brazo herido y hacía un gran esfuerzo al sujetar a Gorō mientras Chūya regresaba para arrebatarle la katana.

En un abrir y cerrar de ojos, Chūya incrementó su velocidad. Podía permitirse usar su habilidad sin preocuparse de que recibiera alteraciones de nuevo.

No dudó ni en segundo más y usó el arma blanca para atravesar a su enemigo, dejándolo completamente derrotado. Sin importar cuánto tiempo pasara, Gorō no volvió a levantarse, por lo que daban por terminado el conflicto que los dejó abrumados.  

In fragantiWhere stories live. Discover now