Ticket.

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- ¿No crees que ya es momento de que vayas por el tuyo? - preguntó Greco.

- Emm... no realmente... ¿por qué lo dices? - Volkov lo miró extrañado.

- Bueno, porque ya tienes una edad macho... necesitas saberlo, no me gustaría que uno de mis mejores amigos pase el resto de su vida solo -

Cuando una persona cumplía los 18 años, se le entregaba un ticket, válido para jugar una única vez en la ruleta del Uwu Café. Muchos esperaban ansiosos ese día, pero otros tantos lo tomaban con más calma.

La razón de esto era que, según el resultado de la ruleta, se les entregaba un TINY, una versión en miniatura de su alma gemela. Al comienzo, muchos de éstos no estaban de acuerdo con la metodología, ya que se le atribuía mucha relevancia al azar. ¿Cómo puede ser que una simple ruleta me diga con quien debo pasar el resto de mis días? Pero con el pasar de los años, se percataron que, lo que comenzó como una iniciativa por impulsar la cadena de empresas Uwu, en realidad sí acertaba.

Se convirtió en tradición popular. Se consideraba los 18 años como la edad precisa para tener la responsabilidad de cuidar y proteger al tiny, entregándole todo el amor y los cuidados que necesitaba, ya que solo había uno por persona en todo el mundo.

Es por esto que Volkov no se sentía preparado para jugarse la suerte en la ruleta. ¿cómo sería capaz de cuidar de una mini persona, si no era capaz de cuidarse a sí mismo? Sentía que no estaría a la altura, a pesar de ser muy alto. Viktor sabía que su amigo tenía la razón, pero el miedo que sentía al respecto lo superaba.

Junto a su cama, tenía un cofre sobre la mesita de luz, donde resguardaba el boleto como un preciado tesoro. Introdujo la pequeña llave en la cerradura y lo abrió, tomó el papel en su mano y se sentó en el borde de la cama, observándolo con impaciencia. Estaba por cumplir 32 años, el ticket llevaba casi 14 años guardado. Estaba un poco doblado y con los bordes desteñidos, pero el código impreso en él era aún perfectamente visible.

- ¿Será que... es hora... de canjearlo? - se preguntaba reiteradas veces en su cabeza.

Debía ser sincero, también le preocupaba ir tranquilo caminando por la calle y cruzarse con su alma gemela, ya que, si uno de los dos aún no había recibido el tiny, el otro debía esconderlo para no romper la ilusión del contrario. En algún lugar del mundo, se encontraba su versión en miniatura, escondido en las sombras por su humano, simplemente por su egoísmo.

Ya estaba decidido. Al siguiente día, al escuchar el primer pitido de la alarma se tiró abajo de la cama y se alistó para ir a por su tiny. Tomó con sumo cuidado el boleto guardándolo en una bolsa, así resguardarlo en lo que llegaba a la tienda. Manejó su vehículo con dificultad, con los brazos temblorosos, las manos con una fina capa de sudor frío y el corazón latiendo muy rápido.

- Hola, buenas, ¿qué necesita? - consultó amablemente la vendedora.

- Priviet... y-yo... vengo por... esto - respondió acercándole el ticket con su temblorosa mano.

- Muy bien, pase por acá - le señalo el pasillo que conducía a una pequeña habitación solitaria, donde tendría más privacidad para jugar su única oportunidad.

Miró con detención la maquina frente a sus ojos. Había escuchado mil veces sobre ella, pero nada se comparaba a lo que realmente estaba viendo. Era enorme, de muchos colores y con gran cantidad de luces que iluminaban por completo la oscura habitación.

Tenía dos electrodos que se colocaban en la sien de la persona para, supuestamente, ver sus preferencias y recuerdos. De esta manera la máquina elegía al tiny perfecto para ese individuo. Colocó ambos electrodos a los lados de su cabeza e introdujo el ticket... esperando que empezara la acción.

Esperaba grandes sonidos, destellos de luces, un show casi mágico, pero la máquina simplemente leyó los datos y expulsó una cápsula bastante grande de su interior. La tomó con cuidado y la dejó sobre el mesón.

Abrió la cápsula, viendo la hermosa y diminuta casa que estaba en su interior. Era completamente abierta, las pocas paredes que poseía no tapaban nada de lo que sucedía dentro, dándole las primeras señales de la personalidad de su alma gemela. También tenía una piscina en el exterior, un baño con tina, un gran televisor en la sala de estar, un enorme violín que difícilmente cabría en su manitas, un mini coche deportivo rojo en la entrada y una cama muy grande en comparación al tamaño de los tinys.

Estaba absorto mirando cada detalle de la mini mansión, sin percatarse del diminuto bulto que se encontraba bajo las sábanas, completamente dormido, esperando que su humano lo despertara e iniciaran juntos su nueva aventura.

Introdujo su dedo índice lentamente, con cuidado, evitando chocar con algo o botar las pertenencias de su tiny, hasta que finalmente llegó a él. Lo tocó suavemente con la yema de su dedo intentando despertarlo, una, dos, tres veces, pero nada sucedía, tenía el sueño muy pesado. Puso el dedo a la altura de sus costillas y lo movió con firmeza, pero sin exceder la fuerza, movimiento que sirvió para desperezarlo.

- ¿H-hola?... ¿hay alguien a-ahí?... - murmuraba el peligris, sintiendo que el corazón se le saldría del pecho producto de los nervios.

- Mmmh... - soltó el tiny, estirando su pequeño cuerpo, quitando poco a poco las frazadas que lo cubrían.

Una diminuta cresta roja salió de entre las sábanas y un par de ojos de distinto color lo miraron de manera curiosa. Había pasado, finalmente había sido entregado a su humano. La felicidad comenzó a invadir su pequeño cuerpo. De un tirón retiró todo lo que lo cubría del frío y saltó hacia el suelo.

Volkov sintió que se iba a desmayar de la impresión. Lo miraba de pies a cabeza con la boca semi abierta, sin dar crédito a lo que estaba observando. Era el tiny más peculiar que vio en toda su vida, la despeinada cresta de color rojo intenso caía por su espalda, su tez morena brillante, la colorida ropa que vestía su cuerpo, el desplante con el que se paraba... todo en él era precioso... pero era un chico.

- ¡Hola! - gritó el ilusionado tiny - me llamo Horacio... eres bellísimo - dijo con una enorme sonrisa en el rostro, observando cada detalle de su humano - ¿Cómo te llamas? -

- P-priviet... l-lo... y-yo... lo siento... pero c-creo que... ha habido un error... -

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¿Azar o destino? [Tinys Volkacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora