¿Despedida?

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Los primeros rayos del sol comenzaban a iluminar la habitación que compartían Tiny Horacio y Volkov desde hace 1 mes. El pequeño logró dormir sin sobresaltos toda la noche, pero, al quedarse dormido temprano, despertó temprano también por la mañana.

Se sentó y miró a su alrededor tratando de identificar dónde se encontraba, porque su último recuerdo era ir viajando en el coche camino a casa luego de ir a visitar a sus amigos. Reconoció de inmediato sus pertenencias, puesto que estaba acostado en su camita. Llegó a la conclusión de que Volkov debió dejarlo ahí para que descansara sin preocupaciones, sumergido en la calidez de sus sábanas.

De pronto recordó qué día era. Tragó saliva con dificultad, porque un dolor se instauró en su garganta. Sintió un revoltijo en su estómago y sus ojos se cristalizaron de inmediato.

Se había acabado el plazo.

Volkov tenía que devolverlo.

Y él no cumplió su objetivo de no encariñarse con el peligris y solo dejarse llevar, como si estuviese en unas vacaciones. Estaba más enganchado al comisario de lo que le gustaría admitir, porque se le hizo imposible no querer al impasible ruso que tenía tantas atenciones y demostraciones de amor hacia él.

Bajó de su cama y entró en el pequeño baño de la mini mansión para ducharse y posteriormente cambiarse de ropa. Quería estar presentable y con un rico aroma, para que Volkov se llevara una linda última imagen de él. Deseaba con todas sus fuerzas quedar como un buen recuerdo en la mente del comisario.

Salió del baño y bajó las escaleras de la cápsula para salir de ella. Quería dar una vuelta por la casa que lo cobijó durante el mes transcurrido. Ni siquiera le importaba la presencia amenazadora de Mika en el lugar. Después de todo, quizás era buena opción que la gata se lo comiera, así no tendría que volver a la cafetería o ir al refugio de tinys a esperar que alguien lo adoptara.

Desde la altura del mueble donde estaba ubicada su mansión, observó a Volkov dormido en su cama, tapado hasta el cuello con las sábanas. Se le hizo extraño despertar antes que él, porque siempre que él abría sus ojos, el comisario ya andaba dando vueltas en la casa preparando el desayuno y todas las cosas para el resto del día.

Observó durante varios minutos al peligris, tratando de inmortalizar cada uno de los detalles en su mente, para recordarlo en un futuro, cuando la soledad y el silencio lo atormentaran. El mes que pasaron juntos fue tan especial para él, que incluso pensaba que, aunque encontrara su alma gemela con posterioridad, no podría llegar a sentirse tan feliz como lo hizo con Volkov.

Sus ojitos comenzaron a cristalizarse otra vez, formando lágrimas que amenazaban con salir en cualquier momento. No quería dejar la casa, no quería dejar a Volkov solo, no quería volver a la soledad, no quería... pero la decisión no estaba en sus manos.

Avanzó hasta llegar a la escalera que conectaba el suelo con el mueble y empezó a bajar lentamente para no hacer demasiado ruido y alertar al peligris. Pero luego de un par de pasos escuchó una voz que lo dejó inmóvil.

- Ya despertaste, mi bonito - la voz del ruso sonaba rasposa y más ronca de lo normal, evidenciando que recién había despertado.

- ¿C-cómo? - respondió sorprendido, levantando la mirada de los peldaños de la escalera para mirar al mayor.

- ¿No te gusta que te diga así? -

- N-no... no es eso... es que hoy... -

- Hoy... ¿qué? - se incorporó, sentándose en la cama. Refregó sus ojos con una mano para desperezarse, mientras miraba al Tiny, que seguía sin entender por qué lo trataba tan cariñosamente el día que lo devolvería.

¿Azar o destino? [Tinys Volkacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora