Lo intento, pero...

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Aún es temprano, pero Horacio decide cerrar la cafetería y volver a casa junto a sus dos Tinys: V y H. Al pequeño V le tomó por sorpresa encontrarse con Tiny H en la cafetería, pero estaba muy feliz. Sin embargo, todo había sido muy precipitado y, a juzgar por la actitud de Horacio, algo andaba mal. El pelirrojo estaba demasiado nervioso, complaciente y desviaba la mirada cada vez que Tiny V lo miraba, haciendo aún más evidente lo extraño de la situación.

Sabía que podría mentirle a cualquier persona del mundo, menos a su alma gemela. Tiny V lo descifraba con tan solo una mirada. Esperaría el momento en que pudieran hablar solos, sin la presencia de Tiny H, para no incomodarlo aún más de lo que ya estaba.

Se montaron en el coche de Horacio y partieron rumbo a la casa. Cruzaron la ciudad en dirección hacia la otra esquina, contraria a la donde se ubicaba la casa de Volkov. Tiny H iba muy nervioso, ya que no reconocía las calles por donde transitaban.

La casa de Horacio y Tiny Volkov se ubicaba frente a la playa, en un sector privilegiado de la ciudad, ya que por la altura en la que se encontraba otorgaba una hermosa vista hacia el océano, para la que Horacio había pagado una gran cifra de dinero. En cuanto vio la casa se enamoró y ahorró hasta el último dólar para conseguirla. Contaba con un acceso a la playa, por lo que con bajar una simple escalera llegaban al inicio de la arena en menos de 2 minutos. Horacio siempre buscaba darle lo mejor a su Tiny, aunque, sinceramente, éste se conformara con un hogar más pequeño, siempre y cuando tuviese en su compañía.

Tiny Horacio miró asombrado la vivienda que sería su nuevo hogar de ahora en adelante. No se asemejaba en nada al pequeño y sencillo hogar de Volkov. Era más similar a su mini mansión, la que se había quedado en casa del comisario. En ese momento recordó que él era una versión diminuta de Horacio, por lo que sus gustos y elecciones serían idénticas.

Horacio bajó a los Tinys del coche y los dejó en el suelo, luego caminó hacia la entrada para abrirles la puerta. Tiny H se paró frente a la casa, dudando si dar el siguiente paso o no. Era mucha información reciente que procesar y no tenía a Volkov para ayudarlo. Su cuerpecito estaba dominado por un leve temblor y sentía los latidos de su corazón punzándole en los oídos. De pronto sintió un fino brazo rodearlo por la espalda... era Tiny V.

El pequeño Volkov se había percatado del temor que Tiny H estaba experimentado hacia lo nuevo que estaba enfrentando y no dudó en apoyarlo de inmediato. Tiny H lo miró y él le sonrió, intentando traspasarle algo de tranquilidad, diciéndole sin palabras que él estaba ahí, para lo que necesitase. En esencia, Tiny V no se caracterizaba por ser alguien perceptivo, pero con el pasar del tiempo viviendo junto a Horacio había aprendido a leerlo entre líneas, averiguando exactamente cuando se sentía abrumado, triste o cansado, y con Tiny H no se le hacía más difícil, después de todo eran la misma persona, solo que de tamaños diferentes.

Ingresaron y comenzaron a recorrer todas las habitaciones, tomándose su tiempo, ya que tenían toda la tarde para adecuarse al nuevo hogar. Tiny H observó que también había adaptaciones para que Tiny V circulara por todo el lugar por sí mismo, sin necesitar la ayuda de Horacio. Nuevamente recordó su antigua casa con Volkov.

Subieron a la planta superior, dirigiéndose de inmediato al enorme balcón que daba vista a las olas del mar. Horacio, preocupado por el comportamiento de Tiny H en la cafetería, lo tomó en sus manos y lo acercó al balcón para que pudiese apreciar el panorama. No permitiría que algo le pasara al pequeño por sus movimientos bruscos o la curiosidad que lo caracterizaba. Tiny Volkov no necesitaba ayuda, ya que conocía perfectamente los riesgos de acercarse mucho a la orilla.

Tiny H se perdió mirando el oleaje, como el agua se elevaba y caía armónicamente sobre la orilla, como si de una danza se tratase. Nunca había visto el mar desde una altura así, tan grande e imponente, pero tan hermoso a la vez. Horacio se percató de esto y le habló en voz bajita, para no sobresaltarlo.

¿Azar o destino? [Tinys Volkacio]Onde histórias criam vida. Descubra agora