Encuentros.

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A medida que avanzaba dando pequeños pasos subiendo por la escalera, la decepción se iba adueñando de su diminuto corazón. La persona en la que más confiaba le había omitido información valiosa respecto a la situación que envolvía a su pequeña alma gemela. Horacio, quien lo daba todo por él, le había ¿mentido? en la cara, y no entendía el por qué.

Se suponía que el comisario no quería a Tiny H y no estaba capacitado para cuidarlo, entonces ¿por qué apareció ese papel en medio del pasillo de la casa? "No me detendré hasta que me lo devuelvan". Las palabras eran claras, precisas, incuestionables. Volkov deseaba a Tiny H devuelta a su lado.

Entró rápidamente a la habitación, en dirección a la cápsula del pequeño moreno. Necesitaba un abrazo que le quitara la tristeza y todo sentimiento negativo que estaba experimentando por primera vez en su vida. Con Horacio la vida siempre fue teñida de colores cálidos, nunca tuvo que pasar por un rechazo, por miedos, penas o carencias de ningún tipo. No sabía cómo enfrentar el remolino de emociones que se precipitaban en su interior.

Dio golpecitos en la puerta de entrada a la cápsula, esperando que Tiny H respondiera o abriera, pero nada sucedió. Siguió insistiendo, aumentando la fuerza con la que golpeaba la madera, pero no había respuesta. Sentía las paredes de la casita vibrar con su golpeteo y el nerviosismo aumentar con cada segundo que pasaba.

Comenzó a asustarse, porque el pequeño H no se sentía bien durante la noche anterior y se acostó temprano. No quiso molestarlo para que descansara bien y se repusiera, pero su intuición le alertaba que algo andaba mal. Por unos momentos, olvidó toda la confusión que sentía con Horacio y se centró completamente en Tiny H.

Forcejeó la cerradura intentando abrir a la fuerza aquella puerta que lo separaba de ver qué le sucedía a su alma gemela. Empujó con su hombro a la vez que movía frenéticamente el pomo de la puerta. Al tercer intento la pequeña puerta cedió y logró ingresar en el interior de la cápsula.

Echó un vistazo rápido, inspeccionando si se encontraba en el sofá, en la cocina, o en algún lugar del piso desmayado, pero no lo divisó, así que fue corriendo hacia la escalera que conducía a la segunda planta de la casita, donde estaba la habitación. En el camino, tropezó con las zapatillas de Tiny H, que habían quedado olvidadas a mitad de la escalera. Se puso de pie nuevamente, con velocidad, sujetándose de la barandilla de la misma.

Continuó su carrera hasta el cuarto del pequeño H. Abrió la puerta de sopetón, preparándose mentalmente para cualquier cosa.

Ahí estaba Tiny H, durmiendo profundamente en la diminuta cama, con la cresta despeinada cayendo sobre su rostro, un rastro de saliva abriéndose paso desde las comisuras de su boca hasta su mentón y una pierna fuera de las sábanas, intentando equilibrar el calor que sentía en las cobijas y la frescura de la habitación.

Tiny V llevó una mano al centro de su pecho para acompasar su respiración al ritmo habitual. Todo estaba bien. Su alma gemela solo estaba abstraído en el mundo de los sueños, escapando de la realidad que los aplastaba, ahora a ambos, arrebatándoles la completa felicidad.

Se acercó hasta el borde de la cama, donde se sentó con cuidado de no aplastarle la pierna que Tiny H tenía colgando hacia el suelo sin llegar a tocarlo. Detalló el rostro de su alma gemela con la mirada, esbozando una tierna sonrisa.

¿Azar o destino? [Tinys Volkacio]Where stories live. Discover now