Tony está felizmente casado.
Steve está felizmente soltero.
Steve cree que todos serían infieles en las condiciones correctas.
Tony cree que nadie verdaderamente enamorado sería infiel.
─Cariño, nadie es realmente fiel ─dice Steve lamiéndose los lab...
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Dicen que dormir al lado de la persona que amas te ayuda a dormir más rápido; reduce la depresión y te hace vivir más años. Pero nadie dice que la mejor parte es despertar a su lado con su mano entre la tuya.
En otros tiempos hubiera podido en-listar al menos cien cosas que preferiría hacer antes que tomar la mano de alguien, pero justo ahora no cree que pueda haber nada mejor; excepto tal vez mirar a la persona de quien está enamorado dormir plácidamente a su lado, con la mitad de su cuerpo sobre el suyo. Podía decir con seguridad que había tenido más sexo que el que la persona promedio recibe en toda su vida, y aún así no recordaba a nadie que lo hubiera hecho sentir igual de completo. Así de feliz.
—¿Así es como se siente hacer el amor? —preguntó Steve en un susurro para no despertarlo.
Depositó un tierno beso en la punta de la nariz de Tony y éste comenzó a removerse entre sueños. Se estiró como un felino y después abrió los ojos para encontrarse con otros ojos azules.
—¿Eso pasó en realidad? —preguntó somnoliento, hundiendo su cabeza en el espacio entre su hombro y su cuello.
—¿Tan rápido quieres olvidarte de lo nuestro?
—Me refería a Meryl Streep pidiéndome que organizara su boda. Puedo sentir en mi trasero que lo otro fue real —le respondió Tony con aire socarrón. Luego se acomodó para poder dar besos al pecho del rubio—. Muy real.
—¿Estás tratando de seducirme?
—Solo si está funcionando —sin despegarse de su pecho lo miró hacia arriba, mostrándole a Steve la escena más erótica que había presenciado hasta ahora.
—Por favor, dime que hoy te va a cubrir alguien al restaurante —Steve se dejaba mimar gustoso.
—No, pero hoy abrimos tarde.
Tony fue bajando lentamente, dejando un rastro de besos por todo su torso haciendo que el rubio tragara duro cuando por fin pasó debajo del ombligo.
Justo cuando estaba apunto de llegar a la parte tan ansiosa de Steve, se escuchó el timbre sonar, haciendo que ambos gruñeran molestos.
—Si lo ignoramos, tal vez se vayan —dijo el dueño del lugar, y ambos se quedaron en silencio esperando que quien sea que estuviera afuera, creyera que el lugar estaba vacío.
—Creo que ya se fue... —susurró luego de unos segundos de silencio.
Estaban por reanudar lo que estaban haciendo cuando se escuchó la cerradura de la entrada siendo abierta, y por instinto, Steve se levantó como bala para recoger su ropa del piso.
—¡Es mi madre!
—¡¿Estás seguro?! —cuestionó Tony, levantándose igual de rápido para poder vestirse, pero no recibió respuesta, pues el rubio ya había salido corriendo a la sala con solo unos joggers puestos.
