nowhere to go.

3.1K 270 36
                                    

La mano de Lan se apretó a la mía cuando subimos al avión y tras unas diecinueve horas de vuelo, en las que no hicimos más que jugar a la play, dormir y comer; nos bajamos en Europa, especificamente en Milán, donde cada uno tomó un vuelo hasta su ciudad. Pierre se quedó allí, preparándose para su primera carrera como parte de Toro Rosso.

Charles y Arthur viajaron directamente a Maranello, tomando un auto que los llevó a la ciudad en menos de dos horas. Lan se tomó un avión hasta Woking, donde le costó dejarme allí esperando por mi vuelo. Y yo, unos quince minutos después tome mi pasaje hasta Berlín, que me llevó directamente hasta mi casa.



29 DE AGOSTO, 2019
B

ERLÍN, ALEMANIA


La mayor parte del día me dediqué a simplemente ordenar mi casa, entrenar y comer. Cosa que hice toda la semana hasta el jueves que siguió, en una constante rutina diaría.

Mi mamá me visitó el Miércoles, tomamos mates y chusmeteamos un poco. El mismo día vino Mick, justo después de que Moni se haya ido.

Yo armaba las valijas mientras el chico miraba al techo, acostado en mi cama tarareando la canción que sonaba de fondo, desde el tele.

—Hey, Cla.— me dice él, mirando su celular con confusión.

—¿Si?— digo yo, agarrando la campera de Schumacher con mi nombre y número, para doblarla y ponerla dentro de la valija que había desarmado hacía unos 5 días.

Solo vi como agarraba el control remoto de la tele con rapidez, poniendo el primer canal de noticias de deportes que encontró.

Al principio reí, por ver sus movimientos erraticos, pero su cara llenó mi cuerpo de preocupación hasta el tope.

Hice unos pasos, saliendo del walking closet para ver el enunciado del tele.

FATAL ACCIDENTE EN LAS XFINITY SERIES DE NASCAR

Mis manos soltaron las cosas que estaban en mi mano cuando vi la repetición. El Mustang número treinta y tres siendo chocado contra una de las paredes por una mala maniobra de la conductora.

La respiración me falló y no tuve en cuenta la manera o el momento en el que Mick me agarró de los brazos para que no caiga al suelo.

Miles de escenarios eran repetidos en mi cabeza y ninguno de ellos tenía un final bueno, al menos no para ella.

Las cámaras mostraron como subían a dos personas a las ambulancias y la carrera era cancelada.

—Cla, Cla. No llores, tranquila. Seguro que a penas fue un rasguño, no tengas miedo...— me dijo él, abrazándome.

Mis oídos escuchaban, más no eran capaces de procesar la información, eran balbuceos para mi erratico cerebro, que trataba de entender la situación.

Mick limpió mis lágrimas, que seguía sin entender en que momento habían caído, y las llamadas no tardaron en llegar.

El timbre sonó, sonó demasiadas veces mientras yo solo me sentaba en mi cama, tratando de procesar.

Mick bajó, abrió la puerta y fuertes pisadas se escucharon por las escaleras.

El alemán le decía a alguien que se tranquilicé, que esté calmado.

Mis ojos seguían en el televisor y luego viajaron hasta él, frente a mí.

—Gale... perdón, no sabía donde ir.— susurró, entre lágrimas.

RUN | F1Where stories live. Discover now