Capítulo 14.

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"I was made for... "

Un año y medio después.

Sus pasos resonaban contra el piso blanco haciendo eco en el pasillo, a sus lados había múltiples puertas con nombres grabados en diferentes placas para identificar a que sección correspondían. Trotando ligeramente se apresuraba hasta el final de este donde la última puerta parecía cerrarse y frente a ella salir unas cuantas personas, antes de que pudiera hacerlo tomó la perilla y entró.
Sostenía entre sus manos un pequeño casete negro que tenía una cinta pegada con las siglas "LIIDA", ella lo dejó sobre el enorme escritorio y tomó asiendo en una de las sillas.

La taza de café seguía caliente, lo sabía por el vapor emitido que se desintegraba en cuestión de segundos. Pronto la silla de cuero se giró hacia ella mostrando a un hombre mayor que tomó delicadamente de su café.
Con mucha calma alzó el objeto traído, lo examinó por varios segundos mientras se levantaba caminando hacia su pequeño reproductor donde lo insertó.

Al modificar el volumen, la música pudo escucharse llena de mucho ruido, voces en el fondo y murmuros inentendibles, la guitarra hacía acto de presencia llamando su atención, poco después apareció la voz entonando aquellos versos poéticos y nostálgicos, solo le bastaron unos cuantos minutos para llegar a una conclusión.

— Son buenos. —

— Sí señor, me preguntaba si tendrían una oportunidad. —

— ¿De dónde dices que los conoces? —

— Es la banda de Alfonso, mi hijo. —

— ¿Alfonso? Ah, sí. Qué sorpresa. —

— Dígame ¿Cree que puedan trabajar por aquí? —

— ¿Cómo se llaman? —

— Las Insólitas Imágenes de Aurora. —

El contrario sonrió devolviéndole el casete y volviendo a beber de su taza.

En algún rincón de la Ciudad de México.

Tropezando entre ellos, se reían mutuamente empujándose, bromeando, pero más que nada, sintiéndose sumamente emocionados. Ya un año había pasado desde que el trío había conformado la banda y hasta apenas disfrutaban de las pequeñas ventajas que tenía; como el hecho de que su grupo de fans fuera creciendo, tanto que un grupo de muchachos se los habían encontrado por la calle y les habían pedido un autógrafo, para ese entonces no valía nada, sin embargo, en unos años podría significar mucho.

Todo dependía de las circunstancias que se les presentara, las oportunidades, su trabajo como equipo, ellos mismos como músicos. Qué bueno que existía gente detrás de ellos que los ayudara a alcanzar la cima, de eso se trataba el por qué estaban caminando.
Saúl y Alfonso cruzaron la última calle para llegar a la casa de su compañero, lo habían llamado múltiples veces y en consecuencia de que no respondió, fueron directamente a ver qué ocurría.

El timbre sonó indicando la presencia de ambos, esperaron tranquilos hasta que la puerta se abriera. Del otro lado la madre de Alejandro salió a recibirlos.

— Ah, Alfonso y Saúl, hace mucho que no los veía. — Saludó alegremente.

— Buenas tardes, señora, venimos a buscar a Ale. —

— Sí, sí. Pasen. —

La casa de Alejandro siempre fue la más grande de los tres, con un amplio jardín bien cuidado rodeado de muchísimas plantas y flores, al fondo estaba su casa de dos pisos lo suficientemente espaciada para una familia entera, adentro era más increíble por qué se sentía cálida y había muchas cosas por ver.

Sabor a mí | Saúl x AlejandroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora