Capítulo 44.

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"Si no fuera por"

La tinta del bolígrafo se chorreó sobre la hoja de papel. Maldiciones salieron de su boca cuando la gran mancha borró todas sus líneas escritas, con frustración arrugó la hoja haciéndola bolita y lanzándola por ahí.

Alfonso fue bien recibido en la mañana del viernes con una bolita de papel golpeándolo en la cabeza cuando entró al estudio. Se quedó perplejo ¿Qué demonios? Creyó que se encontraría alguna especie de pelea, discusión o debate (algo muy común en el grupo) pero solamente se topó con Sabo escribiendo nuevamente. Dejó su chamarra sobre el perchero a su izquierda, estaba consternado, comúnmente él era el que siempre llegaba tarde y verlo ahí desde temprano lo dejó sorprendido.

Al caminar para tirar la colilla de su cigarro vio que el bote de basura estaba lleno ¿Cuántas hojas ya había desperdiciado? Una tras otra fue desechada por su estupidez.

— ¿Qué traes? — Le preguntó.

— Ese Saúl, me dejó sus borradores para que los corrigiera. — Respondió de mala gana sin voltear a verlo.

— ¿Ese no era el trabajo de Diego?

— Pues sí, pero con eso de que ayer se fueron juntitos a quién sabe dónde, me lo encargó a mí.

— Que cabrón.

— Yo sé.

— ¿Cómo te puede dejar eso a ti? ¿Tú, qué no escribes ni un verso? — Sonrió.

— No te pases de listo que no ando de buenas.

— Uy, que miedo. — Cuando sus ojos verdes se encontraron con los oscuros de Sabo, mejor se quedó calladito, que esas miradas de odio si lo ponían incómodo. — Pero bueno, cómo que últimamente están muy pegaditos ¿No?

— Esos dos tienen algo.

— ¿De qué forma?

Sabo se quedó en silencio, golpeó la pluma contra su libreta mirando la hoja vacía ¿Qué debía responder? Por qué amigos-amigos, ya no eran.

— No sé, no me importa. —

— Bueno.

— Aunque... No me gustaría que fueran algo más. —

— ¿Por qué? — Eso captó toda la atención del baterista, interesado en que podría decirle lo alentó a que hablara.

— Ya sabes, no es por discriminar, pero, sería muy raro, es mal visto. —

— ¿Qué fueran...?

— Ajá.

— ¿Por qué te molesta? Digo, si es raro, hasta yo me sentiría incómodo, pero finalmente con nuestros amigos, si todo el mundo les da la espalda ¿En quién podrían confiar?

— No sé. No me gusta, no es normal.

— No es excusa.

— ¡Ay, pues no y ya! No quiero que alguno de mis amigos sea un jodido marica.

Esa declaración le cayó como bomba, sabía que Sabo era muy poco tolerante a muchas cosas y cuestiones de esa índole, que a veces soltaba comentarios fuera de lugar, hacia chistes, entre otras cosas. Constantemente se burlaba de Diego y Saúl, los llamaba de distintas maneras y todos se reían porque pensaban que era parte del juego, aunque eso último sonó diferente a todo lo ya mencionado, lo expresó con seriedad, coraje y molestia ¿Tanto así le afectaba?

En vez de reírse, se preocupó. Él mantenía un semblante frío, su cuerpo se veía rígido y apretaba sus labios con fuerza.
Su extraño "Don" lo hizo darse cuenta de algo.

Sabor a mí | Saúl x AlejandroWhere stories live. Discover now