Intro: Butterfly

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¿Te quedarás a mi lado?

¿Me lo prometes?

Si dejo ir tu mano, volarás lejos
y te quebrarás

Tengo miedo
miedo de que eso pase

Nunca creyó que este momento llegaría, pero realmente era algo predecible

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Nunca creyó que este momento llegaría, pero realmente era algo predecible.

Era la crónica de una muerte anunciada.

El fin de su tiempo había llegado como a todo mortal, ya no tenía sentido seguir corriendo tras las nubes.

El cielo se pintaba de salmón y naranja, el sol se despedía entre los edificios y el no podía encontrar mejor cuadro que ese para, de alguna forma, despedirse él también. Los músculos de su cuerpo se tensaron para trabar su avance cuando sintió la mitad de su pie derecho colgar fuera del borde del pequeño paredón de concreto donde estaba parado.

Y fue un instinto retroceder un paso, como si esa fuera la solución.

Bajó la cabeza y observó el frío concreto que lo esperaba, limpio y áspero, listo para recibirlo de manera austera y dura. Listo para ser quien acabara con el sufrimiento que le aprisionaba el pecho.

Se vio tentado ante ello y fue lo que lo hizo avanzar una vez más con determinación. Sus manos extendidas le hacían mantener el equilibrio y la posición casi lineal de su cuerpo debido a los años de deporte, eran lo que le impedían caer en ese momento.

Pero incluso quitando esas cosas, había algo más allá del instinto humano de supervivencia que no podía controlar.

Era como si buscara razones para no hacerlo.

Y tiene varias que incluyen a sus padres que seguramente está noche lo esperarían para cenar, su hermano con el que dejó pendiente una carrera de Mario Kart en la consola, su profesor de literatura que esperaba sus escritos de última tarea que dio o su entrenador que creía que este año iría a los campeonatos regionales.

Aun así, las razones que lo tenían allí, al borde de la terraza del edificio de la biblioteca cerca de su colegio eran mucho más fuertes y dolorosas.

El viento sopló en su rostro, le secó los labios y le despeinó un poco el cabello castaño, pero no se tomó el tiempo ni de humectarlos con saliva a pesar de que arden debido a lo agrietados que estaban ni de peinarse por lo menos con los dedos.

Se dedicó a sentir la última brisa de invierno golpeando contra su piel.

El experimentar la prueba más legible de la existencia de uno, la de sentir cosas que no puede ver.

Aunque ya sentía bastante, ya estaba saturado de tanto sentir al punto de que cada nueva sensación se convertía en dolor puro que le cruzaba el pecho de lado a lado. Había algo incrementalmente imparable en ese mal hábito que se había concretado en soledad y sólo había una manera efectiva de deshacerse de él completamente. 

HOW TO SAVE A LIFE | taekookWhere stories live. Discover now