JungKook
Unas horas antes del interrogatorio.
Conduzco todo el día hasta el extremo opuesto de la ciudad de Kkangpae y estaciono al lado de un contenedor de basura a un costado de un edificio de almacén, asegurando las puertas con sólo pulsar el botón en mi llavero cuando salgo.
El olor de la gasolina del auto cargando el tanque en la gasolinera llena el aire.
Camino lentamente hacia las puertas dobles de vidrio del frente y empujo una abierta con el sonido de un timbre electrónico alertando al empleado de un nuevo cliente entrando en la tienda: el empleado no levanta la vista de lo que sea que esté haciendo detrás del mostrador.
Entro al calor de la fetidez de alimentos fritos, agua sucia de trapeador y lejía. Un muchacho joven con desaliñado cabello rubio sale del baño por una puerta al otro lado de las neveras de refrescos y pasa pitando por delante de mí, empujando la alta puerta de vidrio con todo el peso de sus dos flacos brazos juveniles.
Una ráfaga de aire frío penetra en el
interior. Miro al chico de la puerta por un momento mientras corre hacia el auto en la gasolinera, abre de golpe la puerta de atrás y salta dentro.Segundos después, el auto sale a la calle y se va. Vuelvo mi atención de nuevo a Mijaíl Petrov trabajando detrás del mostrador.
Haciendo mi camino hacia él, me tomo mi tiempo, escaneando con indiferencia las diversas comidas chatarra de estación de gasolina con sobreprecio, los pastelitos envueltos individualmente y las pequeñas latas de salsa de frijoles que se exhiben en
los estantes exteriores. Todo está alineado de una forma ordenada.Finalmente, Mijaíl mira hacia arriba.
Vuelve a mirar.
La sonrisa que sólo llegaba hasta sus ojos desaparece al verme. Jadea agudamente y cae hacia atrás contra los estantes exhibiendo diversos medicamentos, paquetes dobles de Tylenol y Advil y cápsulas para el resfriado y la gripe, y la mercancía cae de los soportes en un disperso desorden en el suelo.
—¡Eres tú! —Señala con un tembloroso dedo hacia mí—. ¡Mira, hombre, yo no he... yo… yo no he hecho nada desde aquella noche! ¡Lo juro!
Se consiguió un par de dientes superiores postizos, ya veo.
Todavía tambaleándose hacia atrás contra la estantería como si pudiera caminar justo a través de la pared detrás de él, más mercancía termina en el piso hasta que finalmente se da cuenta que no tiene a dónde ir.
Todo su cuerpo, vestido bastante decentemente con una agradable camisa blanca y un par de pantalones vaqueros azules limpios, se sacude febrilmente. Sus ojos pequeños y brillantes parecen tan grandes como pueden ser mis puños; las arrugas y las líneas a su alrededor y en las esquinas se profundizan, se extienden y pulsan.
Su oscuro cabello rizado ha sido lavado y no se ve grasoso bajo las luces fluorescentes encendidas por encima de nosotros en el techo. Ciertamente ha cambiado desde que lo torturé hace unos años.
Avanzo el resto del camino hasta el mostrador y me quedo de pie con ambas manos enterradas en los bolsillos de mi abrigo. Los ojos de Mijaíl se mueven de ida y vuelta de mi rostro a mis manos, probablemente preocupado por lo que podría estar escondiendo en ellas detrás de la tela de mi abrigo. ¿Agujas para inyectarlo? ¿Tenazas para sacarle el resto de los dientes? ¿Un cuchillo para cortarle la lengua, quizás? ¿Mi Glock para sacarlo de su miseria?
—Mira, no le dije nada a nadie —tartamudea con una mano hacia mí, la palma hacia adelante—. No dije mierda. No hice una mierda. —Mira alrededor de la tienda—. Tengo un trabajo de verdad aquí. No paga mucho, pero es un trabajo honesto. —Entonces su voz se eleva y grita cuando aún no respondo—: ¡No hice nada! ¡Nadie sabe lo que me hiciste!
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C H A C A L | JJK LIBRO #3
FanfictionDime, muñeca... ¿has bailado con el demonio a la pálida luz de la luna? Tercer libro de la trilogía : Blood Sweat and Tears.