25- Agentes rivales

344 51 35
                                    

JungKook

Me gustaría poder decir que las cosas están volviendo a la normalidad, pero eso no podría estar más lejos de la verdad.

Nam sigue desaparecido y ninguno de nosotros lo ha visto o escuchado de él. Sus celulares ni siquiera suenan más, van al correo de voz o me dice que el usuario no tiene buzón de voz creado para dejar un mensaje. Dejé de llamarlo dos días atrás. Cuando quiera ser encontrado, nos dejará saber. Y me preocuparé por el resultado de ese día hasta que suceda.

El viaje a la casa nueve pasa demasiado rápido y no me da suficiente tiempo para pensar. Aparco dentro del garaje para dos coches y bajo la puerta con el dispositivo que me hizo llegar Hoseok antes de apagar el motor.

Arrastrando mi mano por mi cara con cansancio, siento cada dolor más agudo en mis costillas.

Con una lentitud que no coincide con mis años, salgo del vehículo y Maggi hace lo mismo.

—Espera… Déjame ayudarte.

Comienza a moverse para llegar a mí pero levanto mi mano.

—No soy un puto inválido.

Ladea la cabeza.

La molestia en su rostro es temporalmente enmascarada por bravuconería. Muerde su labio inferior y sacude su cabeza. Esa acción capta mi atención, y estoy momentáneamente obsesionado con su boca antes de que hable y rompa el hechizo.

—Entonces muévete, abuelo. Tenemos cosas que hacer.

Avanza unos cuántos pasos hacia la casa, dándome la espalda.
La molesta familiaridad de estar trabajando con ella  se menea en la parte de atrás de mi cabeza, como una canción ilusoria.

Me desvío para esquivar una rama caída en el camino, y el dolor me atraviesa. Toso y palmeo mi costado.

Maggi se gira al instante, deteniendo sus pasos. Coloca cada una de sus manos a los costados de sus caderas y mira hacia el cielo azul. Irritada, aparentemente.

Gruño cuando al fin la alcanzo y paso por su lado. Pero eso no la detiene de darme un pequeño empujón en el culo cuando intento subir los dos escalones de la entrada.

—Si esto es un intento de seducirme…

—Hola, Jeon JungKook—dice la voz de Lissandra con un toque de seducción, sosteniendo la puerta abierta para Maggi y para mí—. No he oído de ti en años.

—Me alegra oír eso.

Sosteniendo abierta la puerta de tela metálica con una mano se hace a un lado y nos hace pasar, con una masa de pulseras doradas colgando de su muñeca con pendientes dorados. Varios anillos grandes adornan sus dedos.

Pongo mi mano en la parte baja de la espalda de Maggi y la dejo ir por delante de mí.

—Lo último que supe de ti fue gracias a Hoseok—dice Lissandra, cerrando la puerta detrás de nosotros—. Aunque supongo que eso es una exageración en tu caso, dado que él mismo no parecía saber mucho—Gira su mano por la muñeca a su lado, y añade—: Pero supongo que el hecho de que yo sepa tan poco de ti es lo que lo hace más interesante, ¿no lo creés? Deberíamos ponernos al día y…

—No estaremos aquí por mucho tiempo—dice Maggi, deteniendo nuestra pequeña fila india y volteándose para mirarla— Y yo puedo ponerte al día con lo que necesites.

Disciplina, Maggi. Disciplina.

Suspiro en silencio para mí mismo, pero tengo que admitir que me pone duro verla de esa manera conmigo.

C H A C A L  | JJK LIBRO #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora