7. Solo pienso en ti

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- ¡Hagan una fila! – El Prof. Aizawa era el encargado de supervisar al grupo de pubertos que no paraban de vociferar lo que le parecían sandeces, entusiasmados por el viaje escolar del año.

"No sé por qué accedí a esto" Se reprochaba el hombre apretando sus sienes. De alguna forma había resultado engatusado por sus colegas, uno de ellos su esposo y la otra la zalamera profesora de ciencias de la salud que, lo indujeron a que quizás tomar aire libre le sentaría bien, sin embargo, nunca le mencionaron que el viaje auspiciado por la academia lo tendría como profesor a cargo de una sección de los estudiantes que irían.

Acomodando el cuello de su suéter sintió su sortija moverse y solo le reconfortó pensar que alguien iba a recibir un escarmiento a su regreso.

- ¡Es un alivio que estés aquí, Bakubro! -Se abalanzó Kirishima sobre el aludido, aun sabiendo que éste lo empujaría en respuesta.
- ¡Quítate! – Y, así fue.
- Sí, no esperaba que vinieras. – Comentó Sero, quien chupaba un dulce. – Será un día histórico – bufó.
- Supongo que sí le gusta pasar tiempo con nosotros después de todo – Añadió Kaminari, asegurándose de estar detrás de Ashido para no sufrir percances.
- ¡Será divertido acampar todos juntos bajo las estrellas! – Los ojos de la chica se iluminaron.
- Y con cientos de mosquitos haciéndonos compañía. – Refunfuñó el cenizo, mirando a un costado para encontrarse con quien lo había traído allí en primer lugar, recordando cómo había sido.

Con nula oportunidad de reposo, efusivos e, incluso, erráticos, ambos chicos libraban una batalla campal con sus labios, mientras uno de ellos, inútilmente, intentaba entablar conversación con el otro.

- Kat- ni siquiera consiguió nombrarlo. Bakugou estaba demasiado entretenido con sus labios que no iba a permitir que nada importunara su deseo de mantenerlos ocupados con los suyos y, ¿qué decir de Todoroki? Estaba en desventaja.

Acomodado a horcajadas sobre el cenizo, estaba más que afianzado a él, con inexistentes centímetros entre ambos como para no sentir sus pechos subir bajar con brusquedad con cada oscilación, en desventaja para cualquier maniobra esquiva que le permitiera entablar alguna plática.

Esa tarde, planeaban matar el tiempo leyendo o jugando en la pequeña consola portátil del mayor, sin embargo, la tenue lluvia que se asomaba en la distancia, pronto se convirtió en un torrencial, que los obligó a permanecer por más tempo en la casa del árbol dentro del perímetro de la propiedad perteneciente a la familia del bicolor y que, lejos de molestarlos, les permitió tener la excusa de pasar un momento más prolongado a solas.

Situación que Todoroki consideró aprovechar a raíz de que se avecinaba el anual viaje escolar y que, este año en especial, quería que Bakugou estuviera presente.

En los años anteriores, el temperamental se reservaba el derecho a asistir producto de que el escándalo y el descontrol característico de ese tipo de actividades no eran de su agrado, pero, el más tranquilo de los dos tenía la corazonada de que esta vez iba a ser diferente, o eso pretendía, siempre y cuando Bakugou le diera la oportunidad de poder hablar.

Aprovechando la exposición del cuello de Todoroki, el cenizo no perdió la brecha para deslizar delicadamente sus labios en esa área sensible a la que el bicolor no pudo resistirse.

Poco a poco la hilera de besos se las arregló para viajar desde su yugular, hasta su barbilla, mejillas y, por último, a sus labios.

Todoroki se sentía embriagado por tan abrumador y placentero contacto que no dudó en ceder, colocándose en una posición más cómoda que les permitiera a ambos disfrutar del otro, eso y que, tal vez, esto le permitiría al menor eventualmente convencer a su mejor amigo de sus intenciones.

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