xvi. el amor no duele

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XVI. EL AMOR NO DUELE

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"La delicadeza de una mirada a veces cuenta más que cualquier poema, porque a veces la mirada es la delatora del amor que se gesta en lo más profundo de nuestros corazones

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"La delicadeza de una mirada a veces cuenta más que cualquier poema, porque a veces la mirada es la delatora del amor que se gesta en lo más profundo de nuestros corazones. Si tan solo el vizconde se hubiera percatado que sus ojos no engañan como si lo hacen sus palabras..."

Documentos de la sociedad de Lady Whistledown, 27 de marzo

El amor no debe de doler, el amor debe de alivianar el dolor. Es extraño ver cómo dos emociones tan distintas pueden mezclarse en un segundo y arrasar con todo. Lo bueno se convierte en un recuerdo que mantiene viva la esperanza de que volverá a pasar, distrayéndonos de toda la pena y miseria que podemos sentir; un falso anhelo o una sombrilla que nos refugia de un huracán. ¿Por qué amar se convirtió en una proeza? ¿Por qué lo complicamos tanto? Amar es otra de las cosas que nos diferencia de los animales, dirían algunos que incluso es lo que nos hace humanos. No obstante a veces es la mayor razón por la que nos perdemos en un aviso que nosotros mismos provocamos.

El caos imperaba en todos los rincones y en su mayoría era incentivado por la tortuosa incertidumbre. El no saber era un motivo tan poderoso para hacer locuras y en general es imperceptible hasta que la angustia le sigue. Todos los invitados seguían e sus puestos en iglesia, temerosos de que la reina regresara y no los viera; desconocían si la ceremonia continuaría pues su monarca no se había proclamado al respecto pese a que fue su diamante el que huyó sin explicación aparente. Lo que sí es que no impidió que los juegos artificiales se dispararan al aire.

El vizconde ya se había retirado y Darcy estaba siendo arrastrada del brazo a las afueras por su padre, Phillip los seguía tratando de apaciguar al iracundo de Harvey. El príncipe en cambio se quedó en la iglesia con la intención de calmar a los demás.

Una vez que estuvieron lo suficientemente lejos, Harvey aventó a su hija, provocando que cayera de bruces contra el césped. Darcy aún procesaba lo que ocurrió con Anthony, por lo que al golpearse volvió a la realidad. Esas miradas furtivas fueron la razón de que hoy todo se derrumbaran. Aturdida y conmocionada trató de levantarse, pero tropezó con el dobladillo de la falda y volvió al piso. Phillip iba a ayudarla cuando su padre se interpuso.

—¡No la ayudes, ella puede sola! —bramó con rabia.

Phillip mofó en respuesta y trató de quitarlo para llegar hasta a Darcy.

—No entiendo como puedes ser tan despectivo con tu propia hija —le espetó Phillip, esquivándolo y ofreciéndole apoyo a su hermana.

—Ella no es mi hija, es un horrible recordatorio —lo corrigió Harvey con dolor—, un recordatorio que me pesa cada día que la veo. Una hija mía no sería tan tonta como para causar tantas desgracias.

serendipia  -anthony bridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora