III

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Palabras. Las palabras tiene la posibilidad de romperte el corazón o a montarlo en una pieza única que latirá con fuerza, deseando ser igual que antes, pero sabes que uno de los trozos se ha caído y ya nunca será lo mismo, nunca.

Llovía fuerte, como si el tiempo supiese cómo Heather se sentía esa mañana. Le dolía todo el cuerpo, pero sentía que se lo merecía, tenía los brazos y las piernas mal, pero tenía peor su corazón. Se obligó a levantarse, unos segundos después se echó en la cama y se volvió a tapar, no quería seguir andando, seguir luchando. No quería seguir viva.

Su madre no estaba en casa, por lo que no sentía la necesidad de fingir estar bien. Se tapó y se pasó el resto de las horas llorando, mientras veía fotos de chicas perfectas en Instagram, u otras redes sociales. Solo podía compararse y odiarse más, y compararse le hacía sentirse peor, no había punto intermedio en su corazón.

Y esa era la peor parte de la depresión, sabes que estás mal, que necesitas ayuda, y en ese proceso siempre habrá momentos donde lo pases peor y otros donde no lo pasaras tan mal. Otra parte mala de la depresión es que todos tus recuerdos se van volviendo difíciles de recordar hasta que llega un punto donde todos esos recuerdos se ven tan lejanos, que ya dejas de recordarlos, y todas esas cosas que hacían tu día a día y te animaban o te sacaba una sonrisa, como hacer deporte, juzgar videojuegos, leer, pintar, tocar instrumentos Se vuelven una rutina más, y terminas dejando se sentir esa sensación de felicidad. Esta es una de las parte más terrible, que todo se vuelve rutinario y nada te hace feliz, estar con tus amigos o pasar tiempo con ellos se vuelve una obligación y te odias, y dejas de contar tus cosas y de hablar con los que te rodean,  eso hace que te odies y todo ese dolor mental lo transformas a dolor físico, porque siempre va ha ser más fácil de aguantar un dolor físico que uno mental. Primero lo haces cuando te dan ataques psicóticos, se siente tan bien y mal al mismo tiempo que lo vuelves hacer dos veces a la semana, luego por día y luego al mínimo error, entonces ya no hay vuelta atrás y, seguramente, la peor parte es ver como tratas peor a tus amigos y familiares, cómo te vas apagando y que todo se te vuelve indiferente.

Heather estaba peor que las últimas semanas, desde la fiesta se había encontrado peor, y,  si eso era posible, siempre se puede cavar más a fondo, tenía varios mensajes de Michelle, ya que había faltado a clase. No se encontraba con la suficiente estabilidad mental como para aguantar seis horas de constante estrés y ansiedad. No podía, no más. Tenía un mensaje de Jack, y eso le había hecho sentir un poco más querida. Mateo no le había escrito, porque él la entendía, y aunque Heather nunca había hablado abiertamente de lo que le pasaba, Mateo era, al parecer, el único que notaba como se iba apagando. Sería porque entre mentirosos se pueden reconocer. El teléfono sonó y, a pesar de que Heather no tenía ganas de contestar, al ver que se trataba de Jack se obligó a sí misma a contestarle

-Hola, Coco.

-Hola.- dijo fingiendo estar animada.

-¿Estás bien? Se ha notado tu ausencia en clase.- Heather sabía que Jack mentía, ya que ella nunca hablaba en clase, y si hablaba en clase era para contestar preguntas que había hecho la profesora.

-Sí, solo me dolía la cabeza, gracias por preocuparte.- Heather sonrió al pensar en Jack preocupado por ella.

-Obvio que me preocupo, eres como la hermana pequeña que no tengo.

-Sí, bueno, tengo que colgar.- Heather no se sentía con ganas de seguir hablando, no le quedaba capacidad de fingir que nada pasaba por su mente.

-Bueno, ¿Segura que estás bien?- Claro que no estaba bien, pero Heather era una gran mentirosa por lo que sabía como hacer para que dejarán de preguntarle cosas.

-Sí ,solo es la cabeza, ¿Hablamos más tarde?

-Sí claro, espero que te recuperes.- Jack colgó y Heather solo deseaba ser otra ser otra persona, se hundió debajo de la colcha y, hasta que no se sumió en la oscuridad, no se sintió cómoda. Sacó su móvil y cogió los cascos que siempre llevaba en el bolsillo, porque para ella la música era lo más importante para proyectar sus estados de ánimo.
Dejó sonando una canción de Melanie Martínez que le gustaba bastante, quizás porque encontraba muchos paralelismos entre la letra de la canción y  su vida, solo podía pensar en cómo le gustaría cambiar.
Sabía que el auto lamentarse no estaba bien y  que tenía que buscar soluciones reales,  pero no podía evitarlo.
Se juraba a sí misma que tenía que cambiar por ella y por los que la rodeaban.
Se lo decía una y otra vez, pero en el fondo de su corazón sabía que en verdad no tenía la suficiente fuerza para cambiar.
Juraba que si pudiese ser otra persona lo sería, pero no podía.

HeatherOnde histórias criam vida. Descubra agora