CAPITULO I

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El sol estaba a todo su fuerza -¿y como no?-si era el medio día, hora que molestaba a la joven Dánae, por extraño que pareciera le gustaba más la lluvia, el cielo nublado que el sol brillante

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El sol estaba a todo su fuerza -¿y como no?-si era el medio día, hora que molestaba a la joven Dánae, por extraño que pareciera le gustaba más la lluvia, el cielo nublado que el sol brillante.

Se sentía más libre bajo la lluvia, se sentía feliz, y llena de dicha sentir las gotas de agua en su rostro, no le importaba enfermarse si estuviese bajo el manto de la lluvia.

Así que para ella un día soleado como era hoy era un infierno y aún más si estaba en el campo cosechando las frutillas favoritas de su padre. Aquel hombre que la había criado con amor acompañado de su madre. Ambos eran tan buenos que los amaba con todo su ser.

-¡Dánae!

Grito doña Margarita, la ama de llaves de su hogar. Siempre que le gritaba sabía que no era para algo bueno, ya que aquella mujer era conocida por su carácter recio y su mala cara.

Dánae tomó su canasta llena de frutilla y se encaminó hacia Doña Margarita, misma que la esperaba con desesperación.

-Ya es tarde y usted jovencita está toda desaseada- dijo Molesta la ama de llaves, tomando del antebrazo a la joven -vamos adentro, hay que alistarse.

Dánae no dijo nada, solo se dejó guiarse de la ama de llaves, pensando que tenía que hacer para no estar presente en esa reunión. Ignoraba el tema de la reunión, lo único que si estaba segura era importante su asistencia, pero aquello no le quitaba la duda que tenía.

Al llegar a sus aposentos se desprendió de su vestidura llena de tierra, para colocarse un vestido color coral con cuello alto, haciendo que se sofocara, no era un vestido para nada revelador, sino lo contrario, la hacía ver anticuada para su edad. Y no se diga de su cabello, que estaba totalmente recogido en un moño alto y sin ningún mechón afuera, no se sentía nada cómoda, no se sentía ella.

-Elegante ahora está usted Dánae- dijo Doña Margarita colocándole un pequeño dije en forma de media luna.

Dánae se sentía extraña al llegar al salón, en donde ya se encontraban sus padres. Estos al verla le hicieron un ademán para que se sentara enfrente de ellos.

-Te ves magnífica Dánae- dijo su madre con media sonrisa.

La joven sólo asintió tímida. En su mente paso la idea de preguntar a sus padres a que se debía tan importante reunión, pero sus palabras nunca salieron de ella, ya que justo cuando iba a hablar tres hombres hicieron acto de presencia en el salón.

De inmediato sus padres se colocaron de pie, ella sin comprender hizo lo mismo.

-Bienvenidos a su casa- hablo el padre de la joven amablemente, acercándose a aquellos hombres y estrechando sus manos en forma de saludo -Os les presento a mi esposa la condesa María Gracia de Alba y a mi hija Dánae de Alba.

Ambas mujeres dieron una pequeña reverencia a aquellos hombres.

El hombre más grande de edad fue el primero en hablar.

DAEMONIUM TENEBRARUMWhere stories live. Discover now