50: Feel Better

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—¿Cuánto más se va a tardar el profesor en entregar los ensayos?—Preguntó el peli verde con hartazgo, esperando sentado en su pupitre en compañía de su novio y de su amigo, quienes compartían más o menos la misma actitud.
—No lo sé...—Dijo Hiroto dudoso, con la mirada fija en el adulto hojeando los trabajos en su escritorio.—Se supone que ya los corrigió.
—¿Entonces...?—Empezó a decir, algo nervioso.—¿Crees que deberíamos despertar a Fubuki ?
—Yo creo que si, digo, si el profesor empieza a repartirlos y lo ve durmiendo lo regañará.

Y sin decir más, Midorikawa sacudió un poco del hombro al más bajo, quien dormía profundamente con la mejilla apoyada en el pupitre de su amigo, a la vez que respiraba con suavidad.
Le costó un poco lograr su objetivo, teniendo que sacudirlo por un rato prolongado, pero el peli plateado finalmente abrió los ojos y se enderezó, dejando a la vista su demacrado rostro; lo cual, llamaba demasiado la atención. Mucho más de lo que el grupo en general desearía.
Los otros dos no querían darle relevancia al tema, ya que era de esperarse que si su amigo estaba triste no se preocuparía en lo absoluto por su estado físico, ni mucho menos de su apariencia, pero ambos creían que dicho estado ya se pasaba de la raya, ¡y si ellos lo pensaban imagínense el resto!
No era que se viese cansado, enfermo o afligido, no se limitaba meramente a esto. Incluso los dos se atreverían a pensar que se veía hasta poco agraciado, lo cual, parecía ser una opinión muy incompatible con la idea general que el más bajo solía proyectar al resto de personas.
Su rostro estaba completamente pálido, siendo el único rastro de color en su piel las notorias medias circunferencias debajo de sus ojos de un tono amoratado y algo rojizo, es decir, sus grandes ojeras. Su cabello no solo estaba despeinado y alborotado, sino que carecía de brillo o suavidad alguna, notándose opaco y áspero al tacto. Su expresión estaba tan permanentemente cansada que solo reflejaba la más pura de las perezas, pero lo más llamativo en él y quizás lo que tanto repelía en él a nivel estético, por más normal que sea, era un gran, redondo, rojizo y brillante grano ubicado justo en el arco de cupido de sus labios, zona que no solo lo dejaba al descubierto y en evidencia, sino que también exageraba aún más este rasgo, ya que al hablar, parecía como si su grano se moviese constantemente.

—Vaya...—Suspiró Fudou, pasando a su lado de manera disimulada, a la vez que se dirigía al escritorio del profesor para decirle algo.—Cuando decía que eras una rata de cloaca no hablaba tan en serio...
—¿Qué carajo quieres?—Le dijo el peli plateado irritado, sobándose los ojos con cansancio.—¿No tienes a nadie más que molestar?
—¡Ay! ¿Pero porqué reaccionas mal de inmediato? Lo digo porque me preocupas.—Se burló.—Te ves de la puta mierda...
—Si, si, ¿quieres una foto o algo?—Le respondió harto, agarrándose el tabique de la nariz.
—A ti no, pero a ese homúnculo asqueroso que tienes en el labio quizás si.—Y se rió una última vez, antes de seguir con su camino.

A pesar de que Fubuki fuese consciente de lo inmadura de la actitud del molesto castaño, ante tales burlas no pudo evitar tocar de manera leve a la causa de todas esas bromas pesadas, con la mirada perdida en el infinito y con una actitud pensativa.

—¡No te lo toques!—Le dijo Mido de inmediato, algo preocupado.
—Me lo quiero reventar...
—¡No! ¡No lo hagas!—Le ordenó.
—¿Porqué no?—Hizo un leve puchero.
—¡Porque no es una espinilla!—Le reclamó.—¡Entonces si te lo exprimes será peor! ¡Te quedará la marca para siempre!
—¿No crees que estás exagerando bastante?—Alzó una ceja.
—¿Sabes? Si tanto te está molestando te puedo ayudar con una crema.—Le ofreció, reincorporándose sobre su asiento.
—¿Y eso qué va a hacer?—Preguntó de mala gana y con poca fe, cruzándose de brazos.
—Va a ayudar a que cicatrice más rápido.—Explicó, antes de sonreírle con ternura y tomarle la mano.—¡Ven! ¡Vamos al baño! ¡Yo te la pongo!

Y como Fubuki no tenía absolutamente nada mejor que hacer, se dejó llevar por el peli verde, saliendo así del salón y dejando a un desconcertado Hiroto sentado, observándolos ir.
Justo en ese momento, el profesor se levantó de su escritorio y comenzó a repartir los ensayos ya evaluados en cada puesto, pero no le decía nada a nadie con respecto a esto, mostrando un gran desinterés, lo cual tenía sentido. Era la última clase del día, por lo cual, era más que obvio que el pobre hombre se moría por irse a su casa y descansar.
Aún así, cuando dejó los dos pésimamente evaluados trabajos de los dos restantes sobre el pupitre y buscó entre los demás el del pelirrojo, se detuvo por un rato más prolongado de lo normal, extrañando un poco al adolescente.

ℂ𝕦𝕥𝕖 𝕓𝕠𝕪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora