III.

43 6 0
                                    

Cómo hacer para que las noches
dejen de doler tanto.
Harta de reproches,
y de balas por dos bandos.
Echo mi ración de versos,
entre lágrima y lágrima de acero.

Me discutes,
te discuto,
discutimos.
No me entiendes,
ni yo a ti.
Y nos duele.

Más bien eso, el dolor,
es lo que une el lazo
al fundirse en el pecho,
como acero ardiendo,
forjando sin artificio
un enlace permanente,
que, a diferencia de otra herida,
desearé seguir ardiendo,
para no cicatrizar(te).

El orden de mi caos.Where stories live. Discover now