Capítulo 15

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15: REENCUENTRO FAMILIAR

Rhys

Entré en su cocina compartida mientras la dejaba tumbada en la cama. Sigo creyendo a día de hoy que le daba vergüenza que la viese así, pero sinceramente no entendí porqué.

Cuando la vi tumbada en su cama, no pude hacer otra cosa más que sonreír. No me reí de ella, por Dios, no. Es que estaba muy mona con el pijama y esa carita con pucheros.

Me dio mucha pena que estuviese así, dolorida. Ya no porque tuviese planes, que bueno, mi único plan que tenía en mente era invitarle a mi casa, sino porque no me gustaba verla... así. No sé.

Abrí la nevera y enarqué una ceja al ver solo lechuga de bolsa, un par de manzanas, una zanahoria, tres pimientos, cebolla y huevos. Tendría que improvisar.

Busqué por los armarios patatas para hacerle una tortilla, pero no encontré nada.

Pensé llamar a Drew, aunque dudé que tuviese ganas de hablar conmigo. Me dio igual, sinceramente.

Toqué un par de veces y la abrió con mala cara, terminando de masticar su cena, y dejó el plato en el fregadero.

Definitivamente, estaba molesto conmigo.

—¿Oye, sabes si tenéis patatas?

Pasó de mí olímpicamente. Bueno, no me contestó. Me lanzó la bolsa de patatas al pecho, y la agarré justo a tiempo antes de que se cayera.

Me daba igual que le cayese mal por estar con ella, no... no era mi problema. Pero aún así, no quería malos rollos con nadie, y menos con el mejor amigo de mi novia.

Antes de que volviese a pasar de mí, lo agarré del hombro.

—¿Pasa algo?

Entrecerró los ojos, serio.

—¿Qué debería de pasar?

—No lo sé. ¿He interrumpido algo?

Su expresión cambió drásticamente, y se convirtió en un manojo de nervios. Estaba pillado hasta las trancas, madre mía...

Y Maddie sin darse cuenta. O sin querer hacerlo.

—¿Interrumpir? —Repitió, nervioso —. Es tu novia, no la mía. Interrumpe cuando te dé la gana.

Y se esfumó.

En fin, no le dediqué mucho más tiempo, y menos si él no pretendía solucionar lo que fuese que tuviese conmigo.

Le preparé una ensalada e hice una tortilla de patatas como buenamente pude. Mi madre la hacía jodidamente bien, era... dios, mi plato favorito sin contar la comida italiana, por supuesto.

Seguí todos sus pasos: freír la cebolla, echar un poco de pimiento verde picado, tan fino que ni siquiera se notara en el paladar. Después las patatas. Vertí todo en el bol de huevos, le eché sal y de nuevo a la sartén.

Podía abrirme un canal de cocina en YouTube.

Dejé que se cocinara un rato y volví hacia su habitación. Seguía acurrucada, hecha una bola con el edredón que le tapaba hasta la nariz, y dejó el móvil en cuanto me vio aparecer.

Se movió para dejarme un hueco y sentarme, y se apoyó en su brazo, quedando prácticamente frente a mí.

¿Por qué estaba preciosa? ¿Por qué incluso estando mala?

FUGAZ © [ARDENT#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora