Vecinas excitadas y golosas 2

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Cuando estaba en casa solía pasarme el día en boxers, como ya les había dicho, ésta ciudad tiene un clima bastante caluroso y la humedad no es de la que nos gusta, me paseaba por toda la casa así, incluso salía a la terraza, a lavar mi motocicleta, atender la puerta o lo que fuera, no me importaba que me vieran, de hecho disfrutaba la atención atraía lo que hay en mis boxers, mi familia es muy amistosa así que llegan muchas personas a visitarnos, entre esas personas, sensuales y muy provocativas vecinas, me encantaba como me quedaban viendo mientras llegaban a hablar con mi madre, había una en especial, a la cual se le notaba mucho su cara de pervertida, quedaba en evidencia lo mucho que le gustaba el buen sexo, de ese que la hacía mojar sus panties y temblar esas deliciosas, duras, y bien definidas piernas, sin duda alguna, esto me llamó mucho la atención.

Yo siempre fui muy colaborador en el barrio, desde pequeño solía hacerle mandados a mis vecinas, y era la hora que aún hacia ese tipo de mandados, además de los que terminaban con final feliz.

Una tarde, está querida y apetitosa vecina que mencioné antes, le pidió el favor a mi madre que yo fuera a su casa para hacerle algunos favores, fui sin ninguna pretención, ya que sabía que su esposo estaba en casa, y además de eso, no estaba seguro de si se atrevería o no a hacer las maldades eróticas que tanto maquiné en mi mente y que hacían que mi pene se endureciera al instante.

Llegué casa de mi vecina, estaba usando una pijama de dos piezas, un tanto transparentosa, dejaba ver muy claro un cachetero negro de encajes bastante sensual de ver, y no traía sostén, sin embargo sus senos se veían muy bien, parados, todo en su lugar, la brisa que corría a esa hora de la mañana hacía que sus pezones estuvieran erguidos, y se notaba en la blusa pijama, noté que el vehículo de su esposo no estaba, me sonreí pícaramente y ella lo notó, aunque no supo porque, si pensó que era por ella, porque desde que llegué a su casa no paraba de verla de arriba a abajo, sobre todo cuando se agachaba frente a mi para recoger la basura del piso que estaba barriendo.

- Hola vecino, ¿Que lo hizo sonreír así?

* Buenos días vecina, la verdad me acordé de algo muy interesante, y me sacó una sonrisa, respondí mientras no le quitaba los ojos de encima.

- ¿Y que sería eso? Jajaja perdón vecino, tan metida yo, mire lo mandé a llamar porque necesito que me ayude con algunas cosas aquí, mi esposo tuvo que viajar a la capital por cuestiones de trabajo y es quien se encarga de todas esas cosas, dejó dinero para pagarte si es necesario, espero puedas ayudarme.

Esto era justo lo que quería, meterme a su casa, y estar cerca, estaba seguro de que esa cercanía iba a terminar en maldades, no me digan que como ni porque lo supe ¿Alguna vez les han morboseado su miembro? Honestamente yo veía muy claro como ésta mujer se saboreaba y sonreía al verme en boxers en mi casa, estaba seguro que mi intuición no me fallaba, además de las ganas que le tenía por lo sensual, pícara, y perversa que se dejaba ver la vecina.

* Claro vecina, respondí con una sonrisa empática, lo haré con gusto y tranquila, no tiene que pagarme, lo haré por el placer de ayudarle.

Mi vecina se sonríe un por mi respuesta y me va diciendo que trabajos hay que hacer, básicamente son de mantenimiento, empiezo a hacer todo lo que me pidió con diligencia, era de aquellos, de siempre en esta ciudad, bastante caluroso, no tenía un ventilador encima así que me quite la camisa, me había puesto un jean sobre mi pantaloneta de estar en casa, casualmente cuando la uso no me pongo boxers, así que ya se imaginarán como se veía mi entrepierna, noté como me miraba desde la sala o la cocina mientras me ponía más cómodo para trabajar, estaba gustosa de verme, encantada, parecía gozar solo con ver, eso me excitaba mucho, pero trate de controlarme, no quería que mi erección fuera tan evidente aunque en el fondo yo quería que me viera lo erecto que tenía el pene por imaginarmela sin ropa, no pude contenerme al final, no tenía boxers, y la pantaloneta era algo holgada, así que dejó ver mis 23cm muy marcados inmediatamente, me hice el desentendido mientras notaba como mordía sus labios al verme desde la cocina, preparaba el almuerzo mientras se imaginaba cabalgandome, se podía ver en su cara lo ganosa que estaba, sutilmente para que no me diera cuenta, baja su mano hacia su vagina, se percata de que está algo húmeda, la vi muy claro, y sabe que me di cuenta, su cuerpo le manda señales de lo ansiosa que estaba por portarse mal, su marido es bastante mayor, y aunque trata no logra satisfacerla al nivel que su cuerpo le pide, ella quiere vibrar al sentir que un pene entra en su interior, que la penetren con tanta fuerza que su vagina quede palpitando del placer, lo que busca en un hombre es que la ponga a tambalearse al caminar cuando se levante de la cama, que le ponga a temblar las piernas al llegarse a un orgasmo, a ese nivel goza del sexo, y prácticamente desde que se casó, no llega a esos niveles de placer perfectos.

El Deseo Que El Subconsciente OcultaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant