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Si algo caracterizaba la amistad de Puebla y Managua seguramente sería lo diferente que eran
Managua era alguien tímido y al mismo tiempo bastante decidido, hace tiempo había tenido un pretendiente que en apenas un día aclaro sus sentimientos sobre él. No le gustaba, y se lo dijo claramente ese mismo día; y ahora en solo unas horas volvió a aclarar sus sentimientos, pero ahora, estaba cayendo en las estúpidas flechas de Cupido
Puebla era una persona bastante agradable y parlanchina aunque bastante desconfiada e insegura, literalmente era la persona que en su mente se imaginaba cien futuros posibles en los que solo uno con suerte, salía bien
Bien, Managua tuvo que aprender lo que era la paciencia e insistencia a costa de bastantes rechazos
Ahí estaba Managua, sentando en el piso de la gran habitación de Puebla mirando la televisión mientras esperaba que Puebla llegará
Hoy había ido a ayudarlo a limpiar algunas cajas, por fin México los había obligado a tirar algunas cosas de las tantas que tenían en el sótano junto al árbol de navidad
Managua no era exactamente fan de la navidad, ni de limpiar
¡Pero quería ayudar a Puebla!
Apenas unas cuantas visitas habían sido suficiente para hacer que Managua cayera enamorado
Él nunca había sido del tipo de persona que le daba muchas vueltas a los asuntos, se decidía y aclaraba todo rápido. Si existía el amor a primera vista entonces no era tan imprudente que alguien te gustará después de conocerlo un poquito
Si, Puebla le gustaba, y estaba dispuesto a limpiar si eso le daba unos cuantos puntos para enamorarlo ahora a él
¿Qué debía hacer? No tenía experiencia coqueteando
