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¿Cómo podrías no conocer el festival de primavera que todos los años hacía México? Bueno, era algo normal, no era algo obligatorio o costumbre del país; era más bien algo que a México le gustaba celebrar e invitaba a ciertas personas a festejar junto a él.
No era la primera vez que Nicaragua y Managua eran invitados pero era la primera vez en la que Managua pondría atención a ese tonto festival solo por ver qué haría Puebla.
Incluso algunos de sus primos también habían disfrutado ese estupido festival con algunas personas.
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El chico pecoso de largos rizos miraba con cierto enojo a sus primos. No era que hubieran hecho algo malo, simplemente odiaba estar ahí dibujando y haciendo manualidades como niños de prescolar para no molestar a México ni a ninguno de sus hijos mientras organizaban todo.
Miraba como sus dos padres iban y venían como mariposas sociales hablando y saludando a medio mundo mientras él ni siquiera podía sentarse en una silla cerca de ese pequeño escenario lleno de flores donde al menos podría apreciar a Puebla de cerca; en su lugar, tenía que estar sentado en el césped conviviendo con sus primos y pequeño hermano que prácticamente lloro por estar ahí, cosa que no le hubiera molestado si ahora no tuviera algo más importante en lo que prestar atención.
México había comenzado esa pequeña tradición (que actualmente todo país que quisiera tener buena relación con México nunca se perdía) hace apenas cuatro años y aún así Managua no sabía que se hacía ahí.
No estaba de sobra decir que nunca puso atención a eso, mientras los hijos de México hacían un gran espectáculo, él, juntos a sus primos se la pasaban jugando roblox, angry birds o free fire.
¿Cuántas veces pudo haber cruzado mirada con Puebla antes de conocerlo en ese pequeño puestos de plantitas?
——¿No tienen nada que decir?——Preguntó aburrido Ciudad de Guatemala, llevaban aproximadamente media hora ahí sentados callados haciendo sonidos de queja que más bien parecían gemidos de un orgasmo falso.
