Capítulo 26

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Jaden seguía inmóvil en su lugar, a sus pies se encontraba un dios sollozando.

Alexandra miraba la escena con preocupación.

—Apolo, levántate, hey, no hagas eso.

Jaden tomó un brazo de Apolo y lo ayudó a ponerse de pie. Ambos caminaron hasta llegar al sofá, el chico sentó con cuidado al dios mientras que Alexandra se acercaba lentamente.

—Jaden, te amo...

El semidios dejó un beso en la frente del dios, luego se sentó al lado de él y dejó que Apolo se recostara, colocando su cabeza en las piernas de Jaden.

—Yo también, Apolo, con todo mi corazón.

El chico comenzó a acariciar sus rizos dorados, Apolo había parado de llorar pero sus ojos aún estaban húmedos y se veían rojos. Jaden limpió sus mejillas con sus dedos, lo hizo despacio acariciando su piel.

—Por todos los dioses, cuando Zeus se entere...

Jaden rápidamente volteó a ver a su madre.

—Mamá, hoy no... Él necesita descansar, ¿podrías por favor traer un poco de agua?

Alexandra asíntió, su rostro mostraba una preocupación evidente. Jaden no sabía que pensar, aún no lograba dimensionar las palabras de Apolo.

Había jurado serle fiel, ser suyo, por toda la eternidad. Jaden suspiró.
Le causaba un poco de gracia el hecho de que hace unos momentos, Apolo se había mostrado como un ser imponente y terrorífico y ahora estaba sollozando en el regazo de un semidios.

—Apolo, no puedo creer que hayas hecho eso.

El dios negó mirando fijamente a Jaden.

—Te amo, te dije que haría lo que sea con tal de verte feliz, soy tuyo y tú eres mío, Jaden.

El chico sonrió y llevó la mano de Apolo a sus labios para dejar un tierno beso en sus nudillos.

—Yo también te amo, Apolo y no me voy a separar de ti, nunca.

Alexandra regresó con el agua, se la dió a Jaden y este se la ofreció al dios, Apolo negó.

—No necesito agua para vivir, soy un dios.

Jaden sonrió.

—Lo sé, pero en mi caso, tomar un poco de agua me ayuda a relajarme, tal vez te ayude a ti también.

Apolo asintió inseguro pero bebió el agua, Jaden le regresó el vaso vacío a su madre y continuó dando caricias al dios.

—Jaden, tengo que salir, iré a hablar con Joseph, regreso más tarde.

Jaden asintió, su madre salió apurada del lugar. El semidios estaba confundido. Por una parte, el escuchar las palabras de Apolo lo habían hecho el hombre más feliz del universo, pero, era muy obvio que las consecuencias serían graves. Acababa de hacer un juramento que nada ni nadie podría romper, ni siquiera el rey de los dioses, Zeus.

La simple mención del nombre provocó en Jaden un escalofrío terrible, estaba asustado pero no por él, si no por el dios al que amaba.

Debido a los sucesos que habían acontecido, había olvidado por completo el hecho de que existía una cabaña en el campamento mestizo llena de hijos de Apolo, no sabía que pensar pero era un hecho que debía saberlo, muy pronto iría al campamento y seguramente los conocería a todos, tenía que estar preparado.

—Apolo, vamos a la cama.

El dios se puso de pie y tomó la mano de Jaden.

—Estaré contigo siempre, a partir de este momento, Jaden.

El chico suspiró y pasó una mano por su cabello despeinandolo.

—No tenías que haber hecho eso, Apolo, te amo y no me iba a alejar de ti. Admito que me hace muy feliz el hecho de que estemos juntos y que me amas tanto como para haberlo jurado por el Estigia, pero tengo miedo, no por mi, por ti, no quiero que nada te pase.

Apolo abrazó a Jaden y comenzó a dejar besos por todo su rostro, Jaden soltó una risa pero estaba disfrutando del contacto.

—¡Apolo, me estás llenando de saliva!

El dios sonrió deteniéndose.

—Por ti haría lo que fuera, amor, no importa lo que pase, voy a luchar por ti, nada nos va a separar nunca más.

—Creo que no te conté, pero cuando estaba en Esparta vi un recuerdo de Jacin...

Los labios de Apolo se estrellaron contra los de Jaden callandolo, el chico no se apartó, envolvió sus brazos al rededor del cuello de Apolo y lo acercó más.

Apolo pasó sus brazos alrededor de la cintura del semidios, era un beso magnífico.

Cuando se separaron Apolo juntó sus frentes y acarició la nariz de Jaden con la suya.

—No habrá más recuerdos, me entregué a ti, Jaden, no a Jacinto, él fue mi pasado, uno muy hermoso y que siempre agradeceré por haber tenido pero contigo aquí, ahora, no podría pedir más, te quiero a ti, mi precioso príncipe del Inframundo.

Jaden brincó colgándose del cuerpo del dios, envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Apolo y este lo sujetó con firmeza para que no cayera.

—Ese apodo me gusta.

—Y tú me gustas a mi.

Jaden enterró su rostro en el cuello del dios, Apolo sonrió ante el gesto del chico.

—Apolo, tú y yo, ¿Somos novios?

Apolo resopló mientras caminaba hacia la habitación de Jaden con él en brazos.

—Con todo lo que acabo de jurar no me molestaría si empezaras a llamarme esposo pero eso lo dejaré a tu consideración.

Jaden se separó de él y lo miró a los ojos, dejó un rápido y corto beso en la nariz del dios.

—Me gustaría pero creo que es muy pronto.

Apolo mostró una cara que parecía decir, ¿Enserio?

—Algun día podremos casarnos, cuando eso pase, te llamaré esposo todo lo que quieras, lo juro.

—¿Por...?

Jaden sonrió abrazando a Apolo.

—Juro por el Estigia que cuando nos casemos te llamaré Esposo, Apolo.

Ambos se acostaron en la cama mirándose fijamente, esa tarde habían expresado demasiados sentimientos y Jaden y Apolo nunca habían estado más felices en toda su existencia.

—Cuando vaya al campamento mestizo, ¿Irás conmigo? Sería agradable tenerte junto a mi y prometo que no me molestaré cuando nos encontremos con tus hijos.

Apolo asintió acariciando su piel.

—Te dije que nunca me separaría de ti y creo que sería lo mejor si yo mismo te presentara ante ellos.

Jaden sonrió asintiendo, de pronto unos nervios comenzaron a invadirlo.

—Apolo, todos sabrán que estamos juntos.

—Lo sé, ¿Te preocupa?

Jaden negó rápidamente dejando un pequeño beso en la frente de Apolo.

—Para nada, solo me parece un poco extraño, hace unos meses no tenía idea de que los dioses eran reales y que yo era un semidios, no te imaginas lo que siento al pensar que el dios Apolo está enamorado de mi.

—Tienes que pensarlo más seguido, después de todo, muy pronto todos sabrán que te amo y que estamos juntos.

Los dos pasaron el resto de la tarde jugando y besándose, diciéndose palabras de amor y disfrutando de la compañía del otro, ninguno tenía presente que muy pronto, las cosas podrían ponerse peligrosas.







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