Capitulo 9

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—¡¿Mi hijo es qué?!

Alexandra se acercó a ellos rápidamente y apartó a Jaden de Apolo.

—Mamá tranquilízate, deja que...

—Jaden ve a tu habitación.

—Pero mamá, Apolo...

—¡Jaden, es una orden, ve a tu habitación!

El chico miró a Joseph rogándole con la mirada que interviniera, pero este negó.

—Hazle caso a tu madre Jaden, tranquilo.

—Joseph...

Él sátiro desvió la mirada y se colocó  junto a su madre, suspiró rendido.

—De acuerdo.

Jaden le dedicó una última mirada a Apolo y se alejó, al pasar junto a su madre pudo y pudo ver su rostro molesto, cuando se enojaba podía llegar a ser espeluznante. Siguió caminando hasta llegar a su habitación. Una vez dentro se recargó en la puerta soltando un largo suspiro.

—¿En qué lío me acabo de meter?

Un sonido hizo que se sobresaltara, provenía del balcón. Con miedo de que fuera nuevamente algún monstruo de aire, hizo que la daga apareciera de nuevo, esta vez fue muchísimo más sencillo aunque le provocó un ligero de dolor de cabeza. Estaba a punto de abrir la ventana cuando notó un par de alas plateadas afuera.

—¡Acteón!

El Pegaso se encontraba en el balcón disfrutando cómodamente de una bolsa de frituras que el chico había dejado por ahí. Dejó el arma sobre su cama y salió.

—Eres tan hermoso, por un momento pensé que eras un producto de mi imaginación

Al momento de escucharlo, Acteón relinchó y se acercó a Jaden.

—¿Quieres que te acaricie?

El animal asintió efusivamente.

—Espera un minuto, ¿entiendes lo que digo?

Volvió a asentir.

—Definitivamente eres lo más majestuoso que he visto en mi vida...






Mientras Jaden se encontraba jugando con Acteón, en la sala Alexandra y Joseph miraban a Apolo confundidos.

Cuando escucharon que la puerta de la habitación de Jaden se había cerrado, empezaron a hablar.

—¿Cómo es posible que no te haya reconocido? Te llegué a ver varias veces mientras estuve en el campamento mestizo.

Apolo se sentó en el sofá y recargó sus brazos sobre sus rodillas.

—Usé un pequeño truco para que fuera así, si me reconocias probablemente no habrías dejado que me acercara a Jacinto.

—Jaden, su nombre es Jaden.

Apolo resopló.

—Es lo mismo, Jaden, Jacinto, al final son la misma persona.

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